Hubo un tiempo, en que el espacio de almacenamiento era un bien preciado, por lo caro y escaso que era. Se contaban discos duros de decenas, o pocos cientos de Mb. en los mejores casos, que acababan siendo insuficientes. Así, surgieron dos técnicas, que se fueron popularizando de cara a aumentar el espacio disponible.
Formatos extendidos
Con discos duros grandes, la información extraíble se manejaba en disquetes. En formato 5,25 pulgadas iban desde los 180 Kb. (SD); 360 Kb. (DD); y 1,2 Mb. (HD). En 3,5 pulgadas daban 720 Kb. (DD); y 1,44 Mb. (HD). IBM lanzaría también el formato de 3,5 pulgadas HD, con 2,88 Kb. que lamentablemente no llegarían a extenderse. Por tanto, podemos imaginarnos la distribución de software en multitud de floppies, y lo tedioso que era realizar copias de seguridad.
La idea en cuestión partía de la base que era posible crear un programa residente, que accediera a los discos de otro modo, para así disponer de más capacidad.
En 1988 vino FDFORMAT de Christoph H. Hochstätte, llegó en 1991 con la versión 1.8 a ofrecer hasta 1722 Kb. en los tradicionales discos de 1,44 Mb.
800 de Alberto Pasquale en 1989, daba la posibilidad de aumentar la capacidad de los tradicionales discos de 3,5 pulgadas y doble densidad de los 720 Kb. hasta los 800 Kb.
La última evolución, la daría el español Ciriaco García de Celis que desde 1993 y hasta 1995 con su versión 3.0 de 2M, llegaría a ofrecer hasta 1886 Kb. de almacenamiento, consiguiendo después el record de 1972 Kb.
Tanto era así, que grandes compañias, empezaron a crear sus formatos extendidos para la distribución de software en disquetes. Podemos hablar de IBM con su XDF (hasta 1860 Kb.), o Microsoft con el DMF (hasta 1680 Kb.), usaron también este tipo de formatos.
Compresión al vuelo
La compresión al vuelo se aplicaba principalmente sobre discos duros, aunque también funcionaba en disquetes. Consistía en guardar de manera transparente para el usuario los archivos en bloques comprimidos, que eran descomprimidos cuando se necesitaban. Por motivos de rendimiento, muchas soluciones se vendían opcionalmente con una controladora hardware adicional, que se encargaba de los procesos de compresión y descompresión.
Cabe decir, que todos los productos prometían doblar la capacidad de almacenamiento, cosa que dependía en gran medida de lo comprimible que fuera la información almacenada. Sin embargo, cuando se combinaba con los Formatos extendidos, podía conseguirse facilmente guardar 3 o 4 Mb. de archivos en un disquete de 1,44 Mb.
La primera implementación fue SuperStor de AddStor en 1989, que seguiría su evolución hasta la versión 2.0 de 1992. SuperStor se añadió en el completísimo sistema operativo compatible DOS de Digital Research, el DR-DOS 6 y también al de IBM, el PC-DOS 6.1.
En 1989 aparece DoubleDisk de Vertisoft, que llegaría a la versión 6 en 1993, y se licenciaría como parte de DoubleSpace de MS-DOS 6.
Luego en 1990 vendría Stacker de Stac Electronics, que evolucionando hasta la versión 4.1 de 1995, ofrecía unos grados de compresión más elevados, con mayor velocidad de acceso, lo que lo hacía la alternativa perfecta, hasta llegar al punto de licenciaría junto a Novell DOS 7 (el sucesor de DR-DOS), y PC-DOS 7 y 7.1 (2000) de IBM. Stacker se hizo popular también por la demanda sobre MS-DOS 6, que haría que Microsoft tuviera que renombrar su tecnología de compresión de disco a DriveSpace, y aplicara algunos cambios en el código.
Es fascinante recordar cómo la falta de recursos hacía agudizar la imaginación de los distintos programadores. También se puede echar la vista atrás (invitación para escribir más artículos 🙂 con las técnicas en 8 bits (los cassettes «turbo») o con la compresión en servidor de las páginas de internet, en los tiempos de las conexiones dial-up.
Es posiblemente la parte más apasionante del software retro, la lidia contra la limitación de recursos, que obligaba a exprimir el ingenio.
Tomo nota mced de tu sugerencia de artículo para las técnicas de 8 bits, ¡puede ser muy interesante!
Aun tengo guardado como oro en paño el famoso libro de ASM Ciríaco, editado desde la Universidad de Valladolid.
De Stacker casi que te ha faltado contar la parte más divertida: las técnicas mafiosas que usó M$ para acabar con la empresa y sacarla del mercado. Todo un sainete. 😉
Muy cierto. No caí en el «robo» de algoritmo, la posterior indemnización, y el renombrado de DoubleSpace a DriveSpace. Lo guardo para una siguiente entrada.