Os hablé de Bernar S.L. en el pasado artículo cuando escribí sobre la balanza de cocina Bernar Omega.
Ya sabéis, la firma asturiana que lleva desde 1946 fabricando balanzas, cortadoras, y similares. También os adelantaba, que me encantó aquella báscula de cocina Made in Spain, y que en breve me haría con una báscula de baño de la marca.
El catálogo de productos de Bernar, tiene esencialmente 6 tipos de básculas diferentes, 3 de ellas que son electrónicas (Antideslizante, Haya y Spa), y tres más que son mecánicas (Tracy, Duna, y otro más que se ofrece con distintas variaciones Marmol, Primavera, Fórmula, Nero, Raíz y Carbón).
Los modelos digitales, tienen poco interés para mi. Me peso cada 3 o 4 semanas, y que sea un dispositivo electrónico, conlleva a que se quede sin pila cuando más lo necesitas. Es verdad que duran bastante, tal vez 2 años. Pero es Ley de Murphy, te vas a pesar, y ahí está la báscula que no se enciende. Tienes que salir a comprarle una nueva pila de botón, cambiársela, y entonces ya puedes pesarte. Mientras tanto, tu desnudo recién salido de la ducha. Otro aspecto a tener en cuenta, es su encanto mecánico.
El otro argumento, es que en el caso de Bernar, solamente las básculas mecánicas se manufacturan en sus instalaciones, así que como con la balanza Omega, tienen el control productivo al completo, y pueden ofrecer mejor calidad y durabilidad. Es otra de las ventajas del Fabricado en España.
No le doy demasiada importancia al diseño, siempre y cuando fuera de color blanco, así que tanto me servía el modelo Duna, como el algo más moderno Tracy, y que además ofrecía mayor capacidad de pesaje (125 Kg en la Tracy contra 120 Kg en la Duna). Me hice con la Bernar Duna, porque me fue más fácil de conseguir. En cuanto al límite de peso, para mis necesidades no es un problema. Como máximo, me he pesado yo, con una maleta de menos de 20 Kg encima, así que todavía me sobraba mucho margen.
La Duna viene en una sencilla caja de cartón con el frontal de plástico transparente que nos permite apreciar el producto. No hay confusión posible al identificarlo.
Los laterales indican el fabricante de la báscula, algunos detalles del producto, y el poco habitual Fabricado en España, que tanto me agrada.
Con la referencia 1-4000 es una báscula de baño de tamaño medio (27cm X 28cm X 5cm), no es ni de las pequeñas, ni de las gigantes. Mis pies caben sin problemas, y puede ocupar el espacio de tu anterior báscula sin ningún inconveniente. Donde notamos sus materiales y su mecánica es en el peso 1,8 Kg, que le dan una estabilidad en el suelo muy superior a otros modelos.
En este caso S.L. Bernar tampoco ha considerado que deba venir con unas instrucciones de uso, y estoy de acuerdo. Su manejo es el habitual de las básculas de baño mecánicas, y el regulador es muy visible, y fácil de operar.
En cambio si que trae su correspondiente tarjeta de garantía, un detalle que aunque tampoco es necesario en la actualidad, denota un cuidado de Bernar para con sus clientes.
El color blanco es ideal para el baño, combina con cualquier tipo de mobiliario, es discreto y no desentona. No estaría de más que hubiera más oferta de colores, porque debemos admitir que a nivel decorativo, una báscula también tiene cosas que decir.
La superficie está recubierta de un plástico no demasiado aparente, pero la verdad es que es muy rígido, así que no se romperá, y bastante antideslizante. Es bueno que hayan pensado en eso, porque cuando tenemos los pies mojados, al salir del baño, nos podemos resbalar con mucha facilidad. Además el tacto a los pies de su cubierta es agradable, en vez del frío de modelos con aspecto más moderno.
Las hendiduras diagonales, imagino que sirven tanto como aditamento estético, como para mejorar el agarre de los pies. Mientras no fueran difíciles de limpiar me daba igual, y no hay problemas con eso. Un trapo húmedo es suficiente para dejarla como nueva.
El visor es de plástico o metacrilato transparente. Soy un amante del cristal, y me preguntaba porque hace tanto tiempo que no son de ese material. Lo he descubierto en el mismo momento de instalar la nueva Bernar Duna. Veréis, pongo la báscula lo más vertical posible apoyada contra la pared. Así ocupa menos espacio. Ocurre que tiene que estar algo inclinada, para así hacer presión, y no caerse. Pues no la tenía aún controlada, y después de apoyarla, se ha volcado. No le ha pasado nada, pero si el vidrio hubiera sido mineral en vez de plástico, probablemente se habría agrietado. Así que me parece bien que sea así. No lo veo como un recorte de gastos, sino como una ventaja constructiva. Por otro lado, tampoco va a tener choques o roces en ese área, así que no se va a rayar. Por cierto que si os fijáis, veréis que también para evitar eso, los rombos que lo rodean sobresalen como 1 o 2mm. En caso de golpe, no será contra el metacrilato, sino contra el bisel.
El precio es de menos de 25€ en Amazon. Sumado a que es suficientemente precisa, es fiable, funciona sin pilas, y tanto los números del visor como las escalas, son fáciles de leer, no creo que haya más que podamos pedirle a una báscula de baño.
Si en la anterior reseña me quejaba que desde Bernar no habían contestado a mis emails, en este caso, y a base de insistir, todo debo decirlo, sí que lo han hecho. Pero además, se han ofrecido a aclarar todas mis dudas al respecto. Un trato excelente, que debería haber sido así desde el principio. Se confirma también que los productos denotados como Garantía de fabricación BERNAR, son obviamente fruto de su factoría, mientras que el resto, en todo o en parte, no lo son.
La italiana Laica tiene mucha fama, sabéis que antes tenía una Laica EP1130. Pues debéis saber que Laica se fundó en 1974, 30 años después que Bernar. Así que tienen menos trayectoria profesional, y meno shistoria. Laica produce sus modelos en China, mientras que Bernar lo hace en España. Además, los modelos de Bernar, suelen ser unos pocos euros más económicas que los de Laica. De nosotros depende también que lo nacional, supere a lo internacional.
Aquello del «sello del establecimiento vendedor» es, para mí, todo un obstáculo a la hora de reclamar garantías. Mas, si compras las cosas en línea.
En los casos que he tenido que hacer uso de la garantía de algo, he tenido suficiente con la factura. Muchas veces, me ha valido incluso el ticket de compra, o la impresión del pedido de Amazon. Creo que al menos con la ley en la mano, es suficiente cualquier justificante de la compra. No es necesario que la tarjeta de garantía esté sellada.
La Tracy me gusta, la pena es el nombre, que no me gusta nada, así que yo me quedaría con la Duna también. Encima el visor ese en forma de diamante le da un plus en estilo bastante molón. Y de precio está realmente bien, un gran acierto sin duda.
Lo que no nos has dicho es lo que pesas, las chavalillas que entren a leer el artículo por morbo se llevarán una desilusión 😀
Me pasa lo mismo Bianamaran, el nombre de Tracy no es que no me guste, me gusta, sólo que pienso que no le pega. Quizás por ser tan anglosajón en un producto tan nuestro, o quizás porque me recuerda a Dick Tracy que nada tiene que ver con las balanzas.
Del peso, dejé caer una pista. En una foto se muestra. 71,8 Kg o algo así con ropa ligera. No es el modo en el que la uso, pero no es cuestión de dedicarse a hacer de fotográfo sin nada cubriendo los pudores. Eso si, pura fibra y músculo, jeje.
¡Pero qué raros semos los que tiramos por defecto por lo analógico!.
A lo mejor es por qué nos apasiona (también) tanto lo digital que hay que descansar un poco :).
La verdad es que en los temas en que puedo ser más «tradicional/retro/viejuno/como-lo-quieras-llamar» suelo ir en esa dirección, tipo afeitado, escritura, (retro)informática, coches, RELOJES (sí, en mayúsculas, es mi peor vicio).
Parece ser que caemos en lo mismo, por que yo, después de varias básculas de baño digitales (que perecieron por diferentes motivos), dije basta y me agencié una analógica muy parecida a la tuya.
Y hoy por hoy encantado, ¡hoyga!
Interesante reflexión Ender_Wiggin. Me había dado cuenta que a la gente que le gustan los relojes, les suelen gustar los coches, el afeitado clásico, la escritura. Imagino que son variantes de lo mismo, la filosofía de antaño. Que a los amantes de lo digital y la tecnología nos gusto lo analógico, nunca me lo había planteado seriamente. Con lo que dices, llego a una conclusión, y es que tenemos experiencia. Es decir, cuando hemos visto lo que era capaz de hacer un 386 como cumbre de lo digital, por poner un ejemplo, el nuevo iPhone X nos impresiona poco. Ya lo conocemos, es una pequeña evolución sobre el 386. No a nivel de potencia claro, pero si de lo que nos permite hacer. Estamos tan familiarizado con ellos, que no le damos mucho valor. En cambio un aparato como una maquinilla clásica, tan sencilla de comprender, pero con tanta ingeniería (aunque no lo parezca), es algo que valoramos y admiramos.
Luego está el sentido práctico claro. Si para ver la hora en el teléfono, necesito cargarlo cada día, y en cambio con un reloj de cuerda, salgo del paso, no sólo es que admiremos su tecnología, sino que además nos resulta más práctico. Lo de las báscula es exactamente lo mismo. Una digital consume pilas, y acaba estropeándose. Una mecánica, funcionará por muchos años. Puede que no sea tan precisa, pero la recalibramos, y arreglado.
Para mí no miréis, yo de los relojes de cuerda paso, y analógicos menos 😀 Pero me ha parecido muy acertado el comentario de Ender, y realmente no le falta razón, que en parte puede que sea porque estamos «saturados» de cosas digitales.
Como suele ser habitual en ti, Guti, lo sintetizas muy bien, y realmente lo tecnológico -yo no lo llamaría digital- conocemos lo que había, y lo que hay, que bueno…, ya llega un momento en que dices: «a otro perro con ese collar». Sin embargo en cosas como las básculas que protagonizan este post, llegas a darles su auténtico valor. Pero también tiene que ver en que estas cosas cada vez se hagan menos, y que por otras cuestiones prefieren muchos fabricar básculas digitales de quita y pon, que una de verdad y duradera como se hacía antes.
Porque en efecto la ingeniería -mecánica, pero ingeniería- que había detrás era asombrosa, y lo más fuerte es que duraban y aguantaban carros y carretas. Hoy no digo que no haya ingeniería, pero de pega, o sea, pegada con pegamento para que se deshaga con el uso y el calor y uno tenga que ir a comprar otra más pronto que tarde.
Y si hablamos también de relojería digital, solo basta prestar atención a un reloj digital tipo Marlin de antaño, y compararlo con uno de hoy. El de antaño el fabricante te mostraba claramente que lo había hecho con el propósito de que fuera duradero, el de hoy la garantía de dos años, y gracias. Y eso si llega.
Y además de ese romanticismo, y ese amor por lo anti-electrónico, al mismo tiempo que por lo electrónico, están las ventajas prácticas que tienen esos aparatos. Ya comento que con la Bernar Duna, me puedo pesar siempre que quiera, sin estar pendiente de pilas, ni que se dañe la electrónica. Probablemente, salvo que se lleve algún golpe me durará toda la vida.
El otro ejemplo es el teléfono Heraldo de Citesa que tengo en casa. Lo compré de segunda mano porque me gustaba, pero también por otro motivo. Suena fuerte, y no necesito estar vigilando que el DECT esté en la base y haya cargado. A veces me lo dejo en el salón, o incluso en el baño, y cuando tengo que hacer una llamada, la batería está descargada. Algo que con el Heraldo no me ocurre. Llego hasta el extremo que aún no me he pasado a fibra, porque eso me impediría hacer llamadas con el Heraldo, aunque por lo visto sí recibirlas.