Una de las gracias del desconocido afeitado clásico es el poder experimentar y probar productos de afeitado, llegando incluso hasta a crear nuestras propias mezclas.
Más que el hábito del propio afeitado, es el descubrir cremas, jabones, brochas, lociones, maquinillas, cuchillas, jugar con ellos, experimentar, ver cómo nos sientas, las sensaciones que nos crean, …
Una vez vas entrando en ese círculo, te encuentras con que es una filosofía que podemos aplicar a cualquier otra obligación en el cuidado personal. La ducha, el cepillado de dientes, el lavado de manos, etcétera. De nuevo la intención es transformarlo de una obligación, a un placer.
No nos debería extrañar que los comercios que trabajan el afeitado, vayan ampliando su gama de productos en esa línea: champús, geles corporales, jabones. Y en el caso que nos ocupa, cepillos de dientes, pastas dentífricas, y enjuagues.
En lo que concierne al cepillado clásico, soy más bien cuidadoso. Para mi, está primero la eficacia y la salud, que el hábito mismo. Es decir, no quiero arriesgarme a que por utilizar productos de la vieja escuela, éstos sean menos eficaces, y nos arriesguemos a una caries, o una inflamación de encías.
Así que desde hace mucho, soy fiel a la crema dental y el colutorio de Lacer Blanc, que aplico regularmente con un cepillo eléctrico Braun Oral-B.
Sorprende la cantidad de países en los que florece el cepillado de dientes tradicional, pero sin presencia de marcas españolas. Tenemos a Italia (Acca Kappa, Marvis, o Blanx), Reino Unido (D.R. Harris), Francia (Weleda), Portugal (Couto), …
La gama empieza por los cepillos de dientes clásicos, con cerdas de cerda, o de tejón, como si fueran brochas. Fabricados por pequeñas compañías, con bastante proporción de trabajo artesanal, de materias primas más naturales, y también más caros. De momento es algo que he descartado debido a los estudios científicos, que aunque subvencionados por fabricantes de cepillos eléctricos, demuestran que éstos son más eficaces que uno manual.
Luego están los dentífricos tradicionales, como el Classic Strong Mint de los florentinos de Marvis, que tiene ese gusto a menta fuerte, que recuerdo de los antiguos Licor del Polo de mi niñez. No sé como será de buenos de cara a eliminar placa, o cuidar las encías, no puedo compararlo, pero la sensación y el aliento que deja es estupenda.
El precio es de unos 5€ el tubo de 75ml, levemente más caro que el de Lácer que compro a unos 7€ en envase de 125ml y bastante más que mi segunda preferencia, el Oral-B Pro Expert a 4€ en el mismo tamaño.
Me queda por probar el colutorio concentrado de Marvis, aunque su PVP me desmotiva un poco. Hablamos de 16€ el envase de 120ml, que si lo comparamos con mis otras preferencias: Lacr Blanc (8€ el envase de 500ml), Oral-B (5€ el envase de 500ml) o Listerine (7€ el envase de 1000ml), me resulta extremadamente caro.
Si pasamos a analizar su composición, nos encontramos con una gran sorpresa, no contiene flúor. Os lo pongo en una comparativa con el resto de pastas de dientes que he encontrado en casa:
– Lacer Oros: 2500 ppm ion fluoruro (Monofluorurofosfato sódico + Fluoruro sódico).
– Fluocarril Bi-fluoré 250: 2500 ppm ion fluoruro (Monofluorurofosfato sódico + Fluoruro sódico).
– Lacer Blanc Plus: 1500 ppm ion fluoruro (Monofluorurofosfato sódico).
– Oral-B Pro-Expert: 1450 ppm ion fluoruro (Fluoruro de estaño + Fluoruro de sodio).
– Licor del Polo 2 en 1 multiprotección + blanqueante: 1450 ppm ión fluoruro (Fluoruro de sodio).
– Marvis Classic Strong Mint: No.
De todas formas, he encontrado un estudio disponible del Gobierno de Canarias, donde se comparan más marcas de dentífricos. Lo puedes encontrar aquí (154 Kb. en formato PDF). A veces sienta bien saber que nuestro dinero se utiliza en cosas útiles. Aunque bien pensado, mi rápida comparativa usando los envases de los productos, no me ha llevado más de 5 minutos (he necesitado una lupa), y detalla las variedades de flúor que se encuentran.
El flúor es un elemento químico polémico, se admite su factor de protección ante las caries, pero como en todo, hay voces que reclaman nuestra atención ante posibles causas de hipotioidismo, y fluorosis dental. De hecho, la Unión Europea fija un máximo del 0,15% de contenido de este elemento. Por lo que existen pastas de dientes alternativa que no contienen flúor, y lo reemplazan habitualmente por componentes como el bicarbonato, o la menta, de los que no se indican contra-indicaciones, pero sobre los que su eficacia aún debe demostrarse.
Visto así, me dedico al cepillado clásico, como un simple hobby, y de manera puntual. Evito hacerlo por la noche, que es al fin y al cabo cuando más tiempo necesitamos estar protegidos, y siendo consciente de que su capacidad protectora puede ser inferior a lo que estamos acostumbrados.
El flúor es el único ingrediente de una pasta dental que en verdad hace una diferencia positiva con respecto a otras. Todo lo demás son saborizantes y abrasivos para limpieza, que todas tienen.
Cierto Kabe, lo que importa es el flúor en sus diferentes variantes. El resto son cuentos. Aunque un exceso es también malo según lo que dicen los últimos estudios.
Hace años me enganché a escuchar cada mañana de sábados y domingos el programa ‘No es un día cualquiera’ de Radio Nacional de España. No lo perdono. Bien, pues ahí suele intervenir un ratito la boticaria García (tiene blog y tuiter, debe ser fácil de encontrar) en una sección que tratan un poco los bulos y cuentos «de cosas sanas», alarmismos virales, algo de nutrición… un poco de todo.
Un día trató el tema del flúor, y creo que lo que hay es mucho alarmismo «USA import». Comentaba que según las regulaciones europeas y españolas, es recomendable que la pastas de dientes tengan en torno a 1000 p.p.m. (partículas por millón) de flúor en su composición.
Más sin necesitarlo pensando «porque será mejor» sin realmente necesitarlo, igual es pa’ ná, o a la larga igual contraproducente. Menos, pues bueno, esa pasta pasta tendrá menos propiedad positiva comprobada del flúor, con lo que ello conlleva: igual para estar protegido te tienes que cepillar alguna vez más durante el día y gastas más.
Las blanqueantes con la puñetera moda artificial de tener los dientes más blancos que la sección gama blanca de electrodomésticos son ABRASIVOS. Vamos, que como se abuse durante años, eso tiene que ser buenísimo para el esmalte natural… que es el único NATURAL que tenemos (el no natural, vía dentista, sale por un pastizal más todas sus posibles pegas… y que no caigas en una maravilla como la iDental).
En otro programa, ya hace bastante más tiempo, tocaron uno de los vídeos y mensajes alarmistas con lo del agua potable y corriente fluorada (que en el caso de la de España suele ser estupenda, de las mejores). Bien, hablaron de lo que sería de no tener ésa ÍNFIMA pero positiva cantidad de flúor… que se informe quién quiera, y quien deseara eso y volver hasta dar pie a que en el agua potable se difundieran enfermedades más que erradicadas en el país con el cuento de para no dormir de que tus dientes por ese flúor retendrán peor el calcio y otras lindezas, que lo compre y defienda como pueda. Si es que puede. Que al menos por ahora en España, si luego necesitas el dentista por hacer el/la tontop… pues te lo tendrás que pagar de tu bolsillo. Y si no, pues al «agua y ajo» que también en épocas antiguas, y en demasiados países del mundo, sigue siendo algo «muy natural».
Resumen: Que con pastas dentífricas con en torno a 1000 p.p.m. de flúor, y cepillándose al menos dos veces al día (una por la noche), vamos bien. Acostumbrarse a usar seda dental a diario a poder ser, también lo recomiendan muchísimo.
Si por algún problema ya concreto, un odontólogo te manda algo más fuerte o concreto, pues entonces. Pero si no, se resume en eso.
Y las historias para no dormir, pues eso, para esas historias.
Como ocurre en todo lo relacionado con la salud, las exigencias han ido aumentando. Mi dentista me recomienda cepillarme los dientes al menos 3 veces al día, efectivamente con pasta dentrífica fluorada, pero de un máximo de 1500 ppm, colutorio dental al menos una vez al día, y seda dental o cepillo interdental con la misma frecuencia.
De todo ello sólo cumplo el cepillado tres veces al dia y el enjuague una vez al día. La seda la uso más o menos una vez a la semana, y es que su sensación, me parece un tanto desagradable.
Yo a la seda dental tampoco me termino de hacer. Encima no sé si por mi boca o por lo apretada de mi dentadura, es que me es una odisea poder meter la seda y maniobrar lo necesario para limpiar. Al final paso. Cepillados, enjuague 1-2 veces al día por lo menos (por la mañana y por la noche si puede ser, si no, intento al mediodía que haya uno, el de por la noche antes de acostarme no falta).
Para el enjuague bucal he vuelto al Kemphor concentrado. Es la leche. Además que dura una barbaridad, teniendo como referencia su recomendación de uso de unas 20 gotas para medio vaso, pues yo por ejemplo me enjuago con un vasito de tapón de los que viene con los Lacer, en 20 ml. más o menos hecho 4-6 gotas para un minuto más o menos como máximo enjuagando, y estupendo.
Y si un día o en alguna ocasión no tienes los dientes muy sucios, también te sirve el mismo Kemphor: mojas el cepillo, pones 2-3 gotitas y listo.