Qué verdad hay en aquello de que solamente valoramos lo que tenemos cuando dejamos de tenerlo, o en que sólo sabemos lo bien que estábamos, cuando empezamos a estar mal.
El caso es que tras una complicada afección de bronquitis, incluyendo una crisis de broncoespasmos, que acabó en urgencias, me he visto forzado a hacer reposo. Es una situación complicada, sin fiebre, ni nada que duela, pero con un cansancio generalizado, y sensación de ahogo que comienza en cuanto uno se mueve más de un minuto.
Uno se siente mal, por impotente, y por el aburrimiento. Una hora viendo la tele, media hora leyendo, media hora leyendo y así sucesivamente, pero siempre cansado. De hecho éste post que ahora público, ha necesitado de tres días a razón de media hora cada uno, cuando en circunstancias normales, en 15 minutos lo tendría finiquitado. Cuesta concentrarse dentro de todo ese sopor de encierro en casa, y supongo que la menor saturación de oxígeno también tendrá algo que ver con ello.
En estos días, mis compañeros han sido Prednisona y Atrovent, al que luego se unió el Salbutamol. Pero ha habido alguien más, pasando totalmente desapercibido. Me refiero a mi Seiko Monster (SBDC023), un reloj que sin ser de mis favoritos, ha sido al que le ha tocado compartir estos días de enfermedad conmigo. Es la prueba de que cambiarse de reloj cada día, o más incluso, es un placer más que una necesidad, y que no nos pasa nada si no lo hacemos.
Sin duda, ver su segundera moverse, me han hecho compañía en esos ratos en que uno no puede más que sentarse en el sillón, o acostarse en la cama, y pensar en el vacío. Realmente hacía mucho que un único reloj no me acompañaba durante tanto tiempo, reocordándome como cuando de niño, ese Casio F-87W, no salía de mi muñeca, ni en lo bueno, ni en lo malo. Y también al Ricoh Medallion que os comentaba, y que me acompañaba cuando estaba enfermo.
Hay algo especial en ver cómo el reloj marcando el tiempo, independientemente de como te encuentres tu, de nosotros. Segundo a segundo, en momentos buenos, y en otros que no lo son tanto. Y como a pesar de mi reposo absoluto, su mecanismo automático, ha conseguido extraer la energía cinética justa, para seguir cumpliendo su labor, sin haberse detenido ni un momento. En definitiva, pequeños detalles, que te acompañan, y en el fondo ayudan a sentirte mejor.
que bueno que ya estás mejor 🙂
Muchas gracias Manuel. Se me ha hecho muy largo, pero ya estamos en la senda de la recuperación.
Creo que se te ha complicado la gripe. Y esas afecciones duran bastante, así que paciencia. Leer este post me ha hecho darme cuenta de cuánto odio los automáticos (y lo que me encantaría tener un mecánico de remonte manual decente).
Complicado, y de la manera más tonta bianamaran. Vamos, que ni me di cuenta. Estuve un día con fiebre, y al siguiente, ya sin poder respirar bien.
Cuerda manual, automático, digital, analógico, todos tienen sus cosas buenas. Por cierto, que este Seiko, de hecho mucho de los automáticos de ahora, permiten también darles cuerda manualmente. Aunque la sensación no es para nada la misma. La cuerda hace girar el rotor de carga como si lo lleváramos puesto, en vez de cargar directamente el barrilete.
A ver si hay suerte, ¡y este es el año de tu reloj con remonte manual!
Muchas gracias Guti, aunque complicado lo veo por lo menos a corto plazo, de hecho he tenido que vender la mayoría de relojes que tenía (solo me quedan algunos old school).
Ignoraba que ahora se cargaban accionando el rotor, aunque aún así la sensación no debe ser la misma, como dices, porque un mecánico manual se nota la robustez cuando le das cuerda, y llegas al tope y se acaba (en los automáticos creo que no hay tope, verdad?)
Mejórate!
Siento mucho lo de tus relojes bianamaran. En la vida todo son idas y venidas. Vendrán tiempos mejores, cuando menos lo esperes.
Así es, es lo que se llaman automáticos con cuerda manual. Es una complicación que antes se incluía solamente en relojes de gama media-alta, pero que ahora se ha ido extendiendo a calibres más populares (Seiko 4R, Orient F60), o los Vostok que siempre lo han tenido. Tienes razón en que en uno de cuerda, hay un tope que te indica cuando llegas al límite. En uno automático, no lo hay. Incluyen un sistema que detecta cuando el reloj está cargado, y ya no lo carga más, aunque el rotor siga girando. Y da igual que ese giro se produzca al mover nuestra muñeca, como al darle cuerda a mano si lo permite.
Mucho ánimo, compañero, sé lo que es pasar por eso.
Me alegra que hayas encontrado un poco de alivio a través de tus relojes, sin duda las aficiones nos ayudan en los malos momentos.
Un saludo.
Muchas gracias Carlos. Es verdad como una simple afición, puede darte el consuelo cuando es más necesario.