Payless es una conocida distribuidora de calzado en América y El Caribe. No tiene presencia en Europa, aunque si que se ha ido extendiendo por Asia o Australia. Para los que no la conozcáis, imaginaros como un supermercado descuento tipo Día o Lidl, pero que sólo vende zapatos.
Pues bien, Payless ShoeSource tiene precios muy asequibles, pero son habitualmente criticados por la mala calidad del producto. Puedo dar fe de ello, como casi todo el Made in China, su calidad es irregular. Tiene zapatos de piel de buena calidad a buen precio, pero también tienen zapatos sintéticos que a las pocas semanas están para tirar a la basura. Obviamente, tanto Payless, como Collective Brands Inc sus dueños, están convencidos de que para lo que cuestan son buenos. Es un punto en el que no voy a entrar, porque ya sabéis que es mejor pagar algo más por tener algo duradero.
Junto a la agencia DCX Growth Accelerator se les ocurrió realizar algo curioso, lo que denominaron El Experimento Payless que tuvo lugar el pasado 30 de noviembre de 2018. Alquilaron un antiguo local en Santa Mónica (Los Ángeles), una comercio que hasta hacía poco albergaba una tienda de Armani, y crearon una marca ficticia: Palessi. Palessi suena un poco como Payless, pero con toque italiano. Así que crearon una historia. Una nueva marca italiana que llegaba a Estados Unidos.
Invitaron a los influencers más conocidos de la zona para que difundieran la marca, una táctica que practican muchas firmas. Pero hicieron otra cosa. Los zapatos que tenían, eran modelos de Payless a los que les habían cambiado las etiquetas. Los que costaban 19,99$ los pusieron a 400$, y los que costaban 39,99$, los pusieron a 600$. Inflaron los precios en casi 20 veces, un 2000%. Como era de esperar, los influencers se volvieron locos con el producto. «Tiene un precio adecuado para lo que son», recomendaban a sus seguidores.
Al final del experimento, se les dijo la verdad a los influencers, la agencia tuvo cierta ética. Los influencers se quedaron sorprendidos como es lógico, y vino a demostrar lo que muchos pensamos. Una persona así, no está capacitada para hacer recomendaciones de compra, ni para analizar las cualidades del producto, porque muchas veces, como con las chicas de Yumas, ni les interesa el tema, ni entienden.
Por eso me alegra no ser un influencer y que las empresas se den cuenta que es algo que no tiene sentido alguno. Siendo sinceros, si acabamos con ese tipo de prácticas, el mundo será más justo, y los productos que objetivamente se lo merezcan saldrán beneficiados. Claro que después quedará quitarse de en medio a los embajadores, pero eso me parece que va a ser mucho más difícil.
Embajadores siempre han existido y, como bien dices, va a ser difícil acabar con ellos. Lo del experimento es muy interesante, y muestra muchas cosas, en efecto: que un Mercedes-Benz no vale lo que cuesta, ni nuestro smartphone. Pero todos tienen que sacar beneficio, y en intermediarios es n en donde más suben los precios.
Respecto a los influencers, mientras la gente haga caso de ellos, estarán, por desgracia.
Totalmente de acuerdo. Tu frase lo resume a la perfección: «Respecto a los influencers, mientras la gente haga caso de ellos, estarán, por desgracia». Depende de nosotros que ese tipo de seres sigan reproduciéndose o que no lo hagan.
En pocas palabras, algo tan viejo como lo siguiente:
– ¿Tú que opinas?
– Lo que diga la rubia.
En los tiempos de las redes sociales «la rubia» es «el influencer» de turno.
No es que siga o conozca a ningún influencer, pero me da a mi que viven del viejo arte de «aparentar», y no hay nada mejor para aparentar que pagar precios desorbitados para objetos de uso común.
No hablo de un reloj de lujo, que quizás más que un reloj sea una joya. Hablo como es el caso de objetos tan de «uso común» como el calzado. Vale que habrá excepciones: bien por ser un producto muy específico para un trabajo/deporte concreto, bien por ser hecho a medida o bien por ser un objeto de lujo.
Y el tema de los «objetos de lujo» es donde está la trampa: no por ser caro es un objeto de lujo. Podemos poner por caso el tema de los trajes, un Armani más que un traje es un objeto de lujo: se ha ganado la reputación por su calidad y hechura, tiene una historia detrás que respalda su valor económico.
Y los humanos, que somos vagos por naturaleza, hemos acabado asociando el coste con el lujo. Es cierto que un objeto de valor económico alto es exclusivo por el simple hecho de no estar al alcance de cualquiera, pero la exclusividad no es lujo per se.
Esos influencers, y podría asegurar que el 99% de los influencers que hay no tienen cultura ni historia propia como para darse cuenta de nada de esto. No sienten curiosidad por la marca que les vende las cosas, por la historia de los demás, de que dicha historia nos cuente quienes son. Van al ahora, al instante inmediato, no les importa ni el pasado ni el futuro.
Así que más que influencers a mi me suenan más como NIÑATOS. Así a lo bruto, es que me sale de dentro.
Tienes razón en lo de niñatos. Gente que no se preocupa por el producto, ni por la marca, ni por los detalles, ni por la historia, y que al final acaban siendo un más de lo mismo de lo que todos llevan. Quizás por esa vocación opuesta disfruto tanto cuando me compro o escribo sobre algo poco conocido, ya sea afeitado clásico, retro-programación, marcas de relojes españolas, … Porque me doy cuenta que por el hecho de ser poco popular, ya es exclusivo, y eso sí que es interesante que la gente lo conozca.
Y precisamente por eso seguimos tu blog y disfrutamos leyéndolo. Respecto a lo otro, es, por desgracia, el mundo de borregos en el que vivimos, en el que gente sin personalidad ni autoestima, se deja guiar por otros, para así sentirse integrados en un mundo en el que un día toca blanco y al otro negro. Pero no creáis que el influencer tiene más personalidad o autoestima que ellos, él sigue siendo una marioneta de los que mueven los hilos. Como, por otra parte, ha quedado claro con el experimento.
Muchas gracias Jose Carlos. Eso intento, desaborregar y dar un poco de criterio, al menos sobre las cosas que me gustan y que entiendo. Sorprende que de todos los invitados ninguno sospechase nada, indicativo del poco criterio que hay.
… Bueno, influencer de alguna manera lo sos, a otro nivel, en temas puntuales y por otro formato 🙂
este experimento muestra muy bien lo fácil que es hacer dinero creando marcas de moda. Solo marketing, precios para el target premium…. la calidad no es necesaria, especialmente si será una marca de moda efímera como suelen ser los productos dirigidos a la juventud
la ropa deportiva de las marcas más famosas juegan en otra liga por el modo de comercializarse.
las marcas de ropa de prestigio y calidad que son realmente muy caras también se manejan distinto y no están dirigidas al target masivo juvenil.
lo bueno de esta situación es… No, no hay nada bueno.
recuerdo cuando hace algunas décadas una marca solía imponerse en el mercado por una conjunción de calidad y marketing. La gente solo compraba cosas caras si eran buenas. Si comprabas algo caro pero de poca calidad porque era una marca de moda pasabas a ser considerado un tarado por tus amigos y conocidos. Tampocohabía tanta rotación de modelos y versiones, así que si un comerciante hacía stock de algún producto de precio elevado este debía ser de buena calidad, sino vendería solo muy pocos al principio. Si bien no habían redes sociales el boca a boca funcionaba muy bien y rápido ya que le gente en general no estaba distraída con taaantas estupideces como hoy, a toda edad.
recuerdo un dos pares de calzados deportivos que tuve, unos Puma de lona made in argentina y unos le coq sportif de nylon made in france….. Trabajaba de cartero a pie por esa época. No pude ni gastarles un poquito la suela. Es más, no sifrieron ningún desgaste en años de uso. Al final los regalé porque estaba cansado de ponérmelos. Incluso jugaba al fútbol en la calle con ellos. No había caso, no se rompían.
es increíble como hemos aceptado e incentivado el comprar basura prontamente descartable en todas las áreas y es más hasta lo consideramos un derecho.
si algún gobierno no permitiera vender en su país basura la gente se enojaría.
Y ustedes europeos no se quejen tanto, que allá tienen más controles que en sudamérica, donde tenemos todo inundado de la basura china más pura y dura.