Cuando visité la fábrica Airgam Boys, no pude evitar intentar imaginar como habría sido todo en medio de su apogeo hace 35 años.
La vorágine de actividad en la fábrica, los camiones de entrega de materias primas, y de reparto de los juguetes manufacturados, los trabajadores entrando y saliendo de sus turnos, el ambiente de gentío entorno al edificio, los niños y mayores que curiosos, se acercarían a verlo, y la inevitable asociación entre el recinto fabril al ver las cajas Airgam Boys en nuestra casa.
Reflexionaba en como hubiera sido la experiencia, si la visita hubiera sido en 1980, cuando Airgam S.A. estaba en su máximo esplendor, cómo habría cambiado todo, y lo que me hubiera gustado haber podido conocerlo. Claro que eso querría decir que ahora tendría 74 años, que no suena demasiado divertido.
Yendo un poco más allá, me di cuenta de la importancia de las comunidades de entusiastas en internet. Esos frikis que se organizan en la red, para de uno u otro modo, compartir sus experiencias sobre Airgam Boys, Casio G-Shock, estilográficas o el afeitado clásico.
Probablemente sin haber entrado en contacto con esos frikis, mi afición no habría ido más allá de la nostalgia y el recuerdo. Casi con total seguridad, sin ellos, no habría ido a visitar la fábrica de Airgam S.A., ni el laboratorio de Cosméticos Myrsol, ni acudido a las quedadas del Comando G, ni asistido a las tertulias de Amics de l’estilogràfica, así que gracias a todos ellos, porque en gran parte, son la causa de que cualquier tiempo pasado no sea mejor.