Como cada año, vuelve a Barcelona el Mobile World Congress, el salón de tecnología móvil antes conocido como 3GSM.
La cara del certamen, es más que evidente: movilidad, tecnología, y acceso global a la misma. No obstante, detrás de lo que se ve, hay una cruz, que sólo percibimos los que convivimos con el certamen día a día.
Las polémicas de precios abusivos, y comisiones ilegales por parte de algunos taxistas y hoteleros, que intentan sacar tajada, han recibido condenas severas por parte de la organización del certamen. Si bien, la propia organización del MWC, aplica una estrategia parecida en cuanto a la inaccesibilidad del público general fijando unas tarifas de acceso en otra órbita. O sea, de acceso global, nada de nada.
Durante los cuatro días que dura la feria, el transporte público va a rebosar de gente, dado que como hemos visto, el presupuesto que se debe destinar para asistir al Mobile World Congress es más que elevado, se desprende que lo que impide que los visitantes se desplacen usando el servicio de taxi, no es tanto un problema económico, sino de otro más bien organizativo. El tráfico en Barcelona es desastroso, y la demanda de taxis, tiene tan saturada la oferta, que en estas fechas, es casi imposible coger uno libre. Empezamos mal con la movilidad…
Los visitantes que se han resignado a coger el Metro (ver párrafo anterior), aprovechan para hacer alguna que otra llamaditas durante el trayecto, y así aprovechar el tiempo gracias a las enormes ventajas de la tecnología móvil. Lo que no saben, es que aunque aquí de boquilla mucho, luego a la hora de la verdad, es difícil conseguir cobertura, y las llamadas se cortan cada dos por tres. Así, que ahí tenemos a nuestro visitante impecablemente vestido, con cara de frustración magnífica, al ver que a pesar de su móvil de última generación, y de las muchas cosas que se dicen en el MWC, la infraestructura que tenemos en este país, no es tan guay como podría pensarse.
Y es que como reza el dicho popular: "Hechos son amores y no buenas intenciones".