En el mundo de los entusiastas de la horología, un asunto que suscita muchas reflexiones es la decaída en el uso del reloj de pulsera. Es también un tema recurrente en las entrevistas relojeras.
Con el teléfono móvil acompañándonos a cada instante, y nuestro entorno plagado de relojes, parece que cada vez es menos necesario tener de un instrumento en nuestra muñeca sobre el que consultar la hora.
Tras años siendo usuario de la Xiaomi Mi Band, con el conato de «inteligencia» del Casio GMW-B5000D, y más reciente con uno de los integrantes de la crème de la crème, el Suunto 9 Baro, puedo hablar con cierto conocimiento de causa.
No entraré demasiado en lo que es mi percepción relojera personal, algo que podría resumir en una sencilla frase: «Tan importante es dar la hora, como la forma de hacerlo». Puede que resulte demasiado demasiado anticuado o purista, pero igual que cuando conducimos, vamos más allá de la distancia recorrida, cuando miramos a un reloj, buscamos un horizonte que traspase el tiempo.
Los smartwatches actuales, han avanzado muy rápidamente, pero todavía distan de lo que casi cualquier persona entiende como reloj, es decir, un instrumento que está para servirnos, y del que no tenemos que preocuparnos demasiado. Buscamos un aparato a nuestro lado que aguante nuestro día a día. Los accidentales golpes y caídas, y que en cuanto tengamos la necesidad de consultar la hora esté disponible para nosotros. De manera instantánea, y sin recargas constantes cada pocos días.
La tecnología progresa de manera imparable. El Apple Watch original era demasiado frágil como para aguantar incluso nuestra vida sedentaria. La duración de la batería fue poco a poco superando la semana de duración gracias a Pebble, Vector y ahora el Xiaomi/Huami Amazfit. Pero un mes y medio sigue siendo una autonomía escasa, más aún cuando ésta se reduce a menos de un día usando el GPS.
Tampoco tiene mucho sentido un reloj que además requiere que lleves el móvil encima, porque si ahora el avance es cargar con dos aparatos, apaga y vámonos. Sería casi como volver a la época de los relojes de bolsillo.
Necesitamos mayor autonomía, al menos 3 meses para que podamos acostumbrarnos a él. Tal y como están las cosas y visto que la densidad energética que necesitamos en una batería no acaba de llegar, no queda otra que buscar otras soluciones más frugales. Si Android Wear requiere multitud de recursos, busquemos enfoques como el Casio Rangeman (GPR-B1000), o como en su día hizo Pebble. Desarrollemos algo que ya exista y que aproveche la poca energía que somos capaces de almacenar. Quizás tinta electrónica, o quizás las matrices de puntos LCD que conocemos desde hace décadas.
Tal vez si las baterías no se desarrollan al ritmo que esperamos o que necesitamos podamos acudir como soporte adicional a otros tipos de energía, la cinética o solar como hace Electrada o incluso a la térmica por diferencial de temperatura como llegó a hacer Citizen con sus Eco-Drive.
Hagamos que la tecnología actual sea usable, y que obviamente nos aporte más que un reloj tradicional. Vemos las notificaciones del móvil en el reloj, pero eso, bueno, simplemente no está mal. Es sólo el principio.
Pero si somos capaces de combinar todo ello con sensores (altímetros, barómetros, brújulas y termómetros), con acelerómetros y giroscopios, pulsómetros y medidores de sangre, consiguiendo una monitorización casi total de nuestra vida diaria, podremos mejorar, y entonces un smartwatch realmente aportará ventajas además de la hora. Esos aparatos deberán ser además baratos y accesibles para la mayoría. Como ahora lo son los No.1 F2 o un LG L70.
A partir de ahí es cuestión de esperar, esas soñadas baterías llegarán, y si no lo hacen serán pantallas con menor consumo. Entonces el reloj será un aparato ubicuo y omnipresente, como lo es el teléfono móvil ahora. Podremos llamar desde el reloj igual que en las películas de ciencia-ficción, y por fin los smartphones serán historia.
Hasta que ese momento no llegue, seguiré siendo fiel a mi reloj de pulsera en la mano izquierda, y mi smartband o smartwatch en la derecha. Dos relojes como forma de demostrar que aún no hay un vencedor, y que el reloj inteligente no ha superado todavía al reloj tonto.
Si me preguntas cuanto tiempo queda para que llegue ese momento, siempre digo 5 años. Claro que eso mismo lo llevo diciendo desde el Pebble de 2013…
Muy buen resumen de lo que un reloj debe ser, Guti.
Yo, al igual que tú, no estoy en contra de los relojes inteligentes tipo GPR-B1000, pero eso de recargar -encima con un molesto USB, en muchos casos- un reloj y que te dure la batería un par de días -con suerte-, sólo para ver la hora y las cuatro «pijotadas» del móvil, como que no. Claro que quizá yo sea el menos indicado para hablar de esto, puesto que tampoco uso smartphone. Porque ahora, con el smartphone, tienes que llevar encima una cantidad de artilugios tremendos (baterías secundarias, cables…), y con mi móvil tradicional lo cargo y me dura la batería una semana o más tranquilamente (depende de lo que me llamen :D). A veces pienso que en estas cosas en lugar de avanzar, se está retrocediendo, pero claro, esa es una impresión porque en el fondo lo que vale son los intereses de los fabricantes, y ellos necesitan productos caducos y que duren lo menos posible, para vender lo más posible.
Lo has clavado con lo de «del que no tenemos que preocuparnos demasiado», la gente, por lo general, no quiere tener que preocuparse por el reloj.
Y resulta importantisimo el tema de la batería, los relojes nos han acostumbrado desde la década de los 80 a que las pilas les duren años, no tiene ningún sentido que a un reloj no le dure la batería ni un mes. He visto smart chinos de 20€ con pila que les dura como un año… eso me plantearía usarlo.
También es ridículo que se necesite el móvil para que un reloj de la hora… hay muchas circunstancias en las que no queremos llevar el móvil con nosotros, quizás seas surfista, o estés en la piscina… o en un chupinazo y lleves un teléfono/ladrillo de 20€ por si lo pierdes/roban pero te convenga saber más o menos la hora…
Y otro tema son las bandas, aunque también algunos relojes… no se les puede cambiar la correa y como ya hablamos hay muchos motivos por los que queramos cambiarla por otros diseños/materiales que se adapten más a nosotros y nuestras circunstancias.
Creo que los tres (bianamaran, Fernando y yo) estamos de acuerdo. Realmente creo que es lo que piensa la mayoría de gente, y que hace que este tipo de productos no acabe de despegar. Es en pocas palabras la dependencia. Dependencia con un teléfono, con el cargador para alimentarlo cada pocos días, con las correas que nos impone el fabricante, …
Esperemos que poco a poco vayan aprendiendo de la relojería tradicional, al menos en esos sentidos.
Una de las razones por las que los smartwatches no me gustan es la tecnología bluetooth, que utilizan para comunicarse con el smartphone.
Años ha compré un equipo manos libres para mi coche. Fue muy barato y, pese a ello, funcionó muy bien hasta que mi smartphone se me cayó al suelo y tuve que comprar otro. ¿El problema? El bluetooth del nuevo smartphone no era compatible con el bluetooth del sistema manos libres.
El fastidio fue doble: aparte del dinero perdido en el manos libres – poco más de 10 EUR -, me disgusta mucho deshacerme de objetos que aún funcionan correctamente.
Con uno de estos smartwatches te puede pasar lo mismo. Cambias de smartphone y resulta que lo que llevas en la muñeca ha perdido, en la práctica, muchas de sus funcionalidades. Por ese motivo los smartwatches no me convencen.
Lo que me llama la atención del tema es el desarrollo de los smartwatches en relación a su precio. En el mercado hay algunos al precio de un Casio w59 por ejemplo. Aunque no sean de gran calidad me da a pensar que uno de los dos precios no está bien. Claro que hay relojes «parecidos» a centavos pero sigue sin cuadrarme el precio de los relojes comunes y no solo los de Casio.
Entiendo el marketing, que son países distintos, los distribuidores, etc, pero igual, algo no cierra.
Si uno compara el precio de un automóvil cero kilómetro de gama media al de un casio f91, en esa regla de tres el coche debería costar un millón de dólares.
Con respecto a los smartwatches en sí me dan curiosidad pero sé que le sumaría más agobio al que ya me da el smartphone.
Tuve un Rangeman 9400 y lo vendí porque precisaba el dinero para pagar cuentas pero igual ya era algo agobiante como reloj y lo usaba con algo de sentimiento de culpa por no emplearlo a fondo para lo que fue concebido. Era como tener un Land Rover solo para ir al supermercado.
Coincido con el artículo en que el gran espaldarazo lo tendrán cuando puedan suplantar al smarphone, porque en sí el publico solo lo usa para contestar mensajes cortos e interactuar en las redes sociales. Entonces el smarphone pasará a ser para el público en general lo que era hasta hace un tiempo las computadoras de escritorio.
Es un problema serio un relojista. Yo me lo pregunto no con los que han comprado un manos libres de 10€ como tu, sino con los que compraron hace 5 años un coche de 30.000€. Uno de los incentivos principales era probablemente la conectividad, y lo más seguro que le haya ocurrido como a tu manos libres.
Un síntoma de que la tecnología avanza, pero a la vez de que aún no está madura.
En efecto Arcano. Las proporciones de precios deberían darnos que pensar. Si hay relojes inteligentes de 20€, y un F-91W cuesta 10€, o bien Casio gana muchísimo más de lo que pensamos (se estima que el precio de coste es de unos 4€), o bien esos smartwatches chinos tienen tecnología basura dentro, y están manufacturados bajo pésimas condiciones laborales.
Sí, entiendo la incidencia del costo la mano de obra y en toda la cadena. También tengo en cuenta que si vamos a números cada empresa tiene que ganar y cada cual lo hace según pueda y con todas las condicionantes.
A mayor prestigio y posición en el mercado más inversión, gastos y por ende riesgo, generalmente así se da también, más allá de la robótica, etc.
Pero la pregunta es: ¿Por qué nadie hace HOY un reloj con todas las virtudes? ¿O un smartwatch?
Cajas de acero o titanio, o de resina fáciles de cambiar o baratos sus cambios. Lo mismo para las correas, todo oficial claro está. Smartwatches con una plaqueta extraíble para actualización, con baterías en las correas para más autonomía. Opciones de cristales que uno decida, si resina pulible o una de alta calidad, etc.
En suma una máquina totalmente customizable, en cualquiera de sus casos con un servicio post venta total, en el cual las reparaciones o mantenimientos lo pueda hacer un usuario simplemente cuidadoso y sin problemas motrices.
Hasta podrían hacerse distintos biseles para cambiar la forma de reloj según los estilos.
Sería un objeto de culto un reloj por el estilo y Steve Jobs se revolcaría en su tumba.
Hoy día con el desarrollo de las entregas y el automatismo de las webs sería fácilmente posible algo así.
La opción del cliente es un reloj de 30$ que deberá tirar o gastar el mismo dinero para mantener o uno que cueste lo mismo pero que le será barato mantener y customizar todo lo que quiera y que podrá tener de por vida, todo con accesorios y demás oficiales.
Pero bueno, Casio y demás no ofrecen nada parecido y prefieren literalmente ROBAR con sus repuestos, correas y biseles como las demás marcas.
Ni hablar de los que construyen smartwatches, que desarrollan el nuevo modelo para dejar obsoleto el que están vendiendo.
Lástima que los de pebble se fundieron o no sé qué les pasó, merecían con su concepto triunfar. Quizás hubo algún error empresarial allí explicado por no saber qué hacer con el crecimiento, que suele ser lo más complicado en las empresas cuando pasan de determinado nivel.
La industria de la relojería se basa mucho en nichos, y creo este sería uno para copar, porque creo la necesidad está. Además el reloj como cosa tiene un agregado, que es una con la cual uno puede encariñarse y bien podría tener toda la vida consigo y en uso. Sería interesante volver a ese concepto sin que fuera un Rolex con el cual cada cinco años tener que vender un riñón para llevarlo a hacer el mantenimiento.
Creo voy a buscar info sobre pebble a ver bien qué pasó.
Anoche estaba investigando el casio ae1200. En amazon el de resina negra está a 14$ y el verde 30$. Supongo será un tema de stock de Amazon pero algo raro hay allí sino sería para ir y meter presos a los de Casio si la falta de ética fuera un delito. Y si quiero comprar una caja nueva no puedo, o un cristal, o unas correas oficiales. No hay nada.
Me da la impresión de que el cliente más que eso viene a ser un rehén de lo que compra. También que me parece la industria más ética hoy día es la automotriz, ya que todas las marcas compiten por dar y desarrollar un buen producto y la relación calidad/precio/prestaciones está en concordancia porque realmente son máquinas con desgastes y que por sus propias caracteríasticas necesariamente quedan obsoletas o casi.
Arcano estoy de acuerdo en que la lógica nos dicta que debería haber relojes con mejores materiales, y mayores facilidades de mantenimiento a precio asequible, y que es algo que no ocurre. Desconozco las complejidades internas, si tal vez sea algo que es más difícil de hacer de lo que pensamos, o bien que por motivos de rentabilidad los fabricantes prefieren no hacerlo.
Este hecho deja las puertas abiertas a muchos innovadores que gracias al crowd founding son capaces de sacar productos que superan a las grandes marcas, y que consiguen que el sector de la relojería avance.