Me da la impresión que los que pertenecemos a nuestra generación, fuimos los que vivimos el desarrollo de la papelería técnica. Elementos de escritura que evolucionaban curso tras curso en nuestra EGB y BUP.
Como alguien a quien siempre le han gustado la papelería y la escritura, dejadme que haga un poco de memoria.
Si nos remontamos a la papelería técnica, debemos considerar que Rotring, no inventaría hasta 1953 el estilógrafo/rapidógrafo, símbolo por antonomasia del género.
Mi primer recuerdo, era la papelería de abajo de casa, con latas de Staedtler Noris en todas sus numeraciones. Eran los lápices por antonomasia, a años luz de los de cuerpo redondo que teníamos de propaganda. Así es, en aquellos principios de los años 1980, se regalaban también lápices de madera genuina en vez de bolígrafos, y se utilizaba el adecuado término de propaganda, en vez de publicidad.
Estos lápices, se acompañaban lógicamente, de gomas de borrar blandas (miga de pan), y ahí el producto de aquí, triunfaba, y lo sigue haciendo: Milan con las 430 (clásica), 445, Nata 624, 420, 403 (gigante), 112 (lengua de gato), …
Recuerdo las cajas de colores Alpino, porque lo que más me gustaba de ellas, era precisamente la caja. Pero yo fui de rotuladores, los Carioca en enormes cajas de hasta 36 colores, los lápices plásticos Plastidecor, Jovicolor; y también las ceras Manley, Dacs.
En bolígrafos escolares, estaban extendidos los recambios de Inoxcrom, que convivían con los Bic cristal y naranja, los Staedtler Stick, y luego mis preferidos los Inoxcrom Sierra.
La tecnología de bolígrafos, daría paso a las gomas de borrar mixtas, aquellas que tenían una parte blanda, para borrar lápiz, y una dura para eliminar bolígrafo. Un sistema con el que era más fácil agujerear el papel, que eliminar el trazo. Lo que dio la oportunidad al Tipp-Ex.
Luego llegaron los bolígrafos Paper Mate, con tinta borrable, que no consiguieron ni escribir demasiado bien, ni borrarse completamente, pero fueron un buen intento.
Después conocimos los portaminas, para mi un gran invento, con una sensación de escritura como la del bolígrafo, pero borrable. Primero del 0,5, luego también del 0,7: Staedtler, Conte, …
Su grafito más duro y fino, hizo que empezaran a aparecer multitud de gomas de borrar plásticas de alta tecnología: Faber-Castell, Staedtler, Pelikan, Pilot, Rotring,
Recuerdo de esa misma época, otro exponente de la tecnología del momento, los rotuladores fluorescentes (marcadores): Staedtler, Stabilo Boss, Pelikan Textmarker, Faber-Castell, … Se exntendería el uso de rotuladores puntafina, y luego de rollers como el Pilot Hi-Tecpoint.
Yo diría que todo este avance, se produjo entre desde 1970 a 1989 aproximadamente, momento en que empezaría a estancarse. Eran productos relativamente caros, pero asequibles para todos los bolsillos, a diferencia de la generación de nuestros padres.
Llegaría el día en que me pasaría a las estilográficas Inoxcrom Sakyo y Rocky, momento que coincidiría con las productos chinos baratos, y paar mi, con el fin de la época de la papelería técnica, para pasar a la de la papelería low-cost. Incluyendo el cierre de comercios, que para mi fueron entrañables como Papelería-Librería Boher (C. Escocia 30) o Papelería Praxis (Pl. Garrigó 7).
No quiero olvidarme de otros grandes, como la Plastilina Jovi, las reglas de plástico transparente, las plantillas de letras, … Infinidad de productos populares, que al menos para mi, hicieron historia.
Recuerdo todos y cada uno de los productos que has descrito, y eso que soy bastante mayor que tu.
Que rápido pasa el tiempo!, los estoy viendo en mis manos cuando estudiaba e incluso en posteriores años.
Muy buen artículo.
Un saludo.
Respecto a la plastilina tengo bastante experiencia reciente gracias a mis hijos… el típico bloque rectangular de un color en el chino puede costar unos 60 céntimos, el de Jovi costará unos 10 céntimos más como mucho… la diferencia es que la del chino se endurece al segundo día y la Jovi dura semanas…
Grandes recuerdos el recordar todas esas marcas…
Aqualung, tuvimos la suerte de ser la generación que vio la profesionalización, y el aumento del papel desde la época escolar. Gracias a ello, se popularizaron multitud de productos, que estaban previamente relegados al entorno laboral. Cuesta de creer, pero hubo una época en que carteles, planos, contabilidades, e informes se hacían directamente en papel.
Fernando, totalmente de acuerdo. Los productos chinos (que nos llegan, porque los chinos también hacen algunas cosas de calidad), son una pérdida de recursos naturales, tiempo y dinero. Incluso aunque la Jovi costase el doble, sería ventajoso. Hablamos de una plastilina, que apenas dura un fin de semana en el mejor de los casos, contra la que dura todo un mes como mínimo. Como consumidores, sin duda tenemos que apostar por ello. Y más sin saber esa de 60 céntimos con que está hecha, cómo se ha teñido y que controles de calidad y sanitarios ha pasado.
Así es. Cuando yo empecé arquitectura, los planos se hacían en papel.
Y cuando era un niño y acompañaba a mi padre al banco, todas las operaciones (reintegros, ingresos, etc), los empleados lo apuntaban «a mano» en unos libros rectangulares inmensos. Previamente, el cliente, también tenia que rellenar los impresos correspondientes. Habían mesas y sillas con dichos impresos y bolígrafos (si mal no recuerdo, «Bic»).
Años mas tarde, con la informática, todo eso desapareció, y también una gran parte de los empleados…
Un saludo.
Tienes razón Aqualung. No recordaba lo de los bancos. Ahora nos puede parecer muy fuerte, pero así era.
De hecho, yo lo que recuerdo, eran esas libretas de apuntos donde anotaban las transacciones, y un ordenador en la oficina, donde el operador las iba traspasando. O sea, que en mi época la sucursales ya tenían ordenador, pero no uno para todos, sino sólamente uno en toda la oficina.
Recuerdo que algunos años después, me planteaba que un banco no deja de ser un programa de ordenador, donde precisamente lo que sobraban, eran los «operadores» humanos. Ahora se habla mucho de ello, la crisis de la banca, cerrando sucursales, y reduciendo personal. Y es que hemos tardado casi 30 años en darnos cuenta que un interés, no deja de ser una fórmula en un ordenador.
Me has hecho recordar mi niñez Guti, con esas papelerías ya hoy desaparecidas, convertidas a día de hoy en locutorios, tiendas de ropa o inmobiliarias, todos esos cajones de esas mesas de madera macizas, melladas por el paso de cluentes y los años, llenas de minas de diferentes grosores y durezas, bilígrafos, yo usaba los Sierra, Unix 2000 me acuerdo se llamaban, las Milan, Faber Castell con sus reglas y lápices de característico color verde y lo eternos portaminas de Staedler que doblábamos la punta metálica… ahira quedan papelerías técnicas contadas donde aún hay producto de calidad y no plasticorro barato chino y aún me recuerdan al entrar con su olor a papel, tinta y pinturas recuerdos semidesvanecudos de mi memoria. Afortunadamente en casa de mis padres aún hay material de oficina de cuando adelantaban en casa trabajo decla oficina, grapadoras Casco, máquinas de escribir Olivetti, viejos cuadernos de tapa dura llenos de números…. parece mentiro como han cambiado las cosas en una generación y lo que está por venir, los cambios cada vez se suceden más rápido y posiblemente mi hijo verá los ordenadores actuales como vetustos dinosaurios y no digamos los msx o spectrum de nuestra niñez, posiblemente cambiarán conceptos y hasta la firma de interactuar con el sistema infirmático, tal vez me equivique pero la realidad virtual nos transformará rutinas y puestos de trabajo. Un fuerte abrazo y gracias por hacer aflorar vivencias.
Gracias Julián. Me gusta saber que es una sensación compartida. Sobre todo lo del olor de esas papelerías era algo especial.
Los portaminas fueron una revolución. Todo el mundo quería tener uno.
Y creo que muchos árboles nos lo agradecieron… los lápices de madera son de madera. Un portaminas de calidad razonable, te puede durar toda la vida aún siendo básico. ¡Yo aún tengo uno del 0,5 mm. que no sé si la marca! Plástico blanco completo, salvo la puntita de metal y la aguja de la goma de borrar, que ya me llegó estando en el colegio.
Pero a mí los que me encantaron sin duda fueron los de 2 mm. Los que su mina era como la de los lápices de madera. ¡Qué pasada! Con su mini sacapuntas integrado y hasta oculto en el capuchón. Muy útiles como lápiz y para dibujar como con aquellos jugando con el grosor y desgaste de la mina gruesa. Y muy chulos con su mecánica, con la boquilla de la punta que hacía de pinza y para graduar la punta que querías dejar fuera para uso.
Yo tuve varios, que cambiaba porque por mas cuidado que tenía terminaban picándose y oxidando los clips y partes metálicas más expuestas al contacto puntual con la piel y el siempre omnipresente sudor (aunque nos parezca que no).
Hace poco me dio por volver a comprar uno, de los que vi y me gustó, el BIC Criterium. De momento, no se pica. ¡Qué buenos cacharros! Otro día que me de tengo que pillar alguno de los que tenía, que creo que eran y son de Staedler.
Los de Rotring, son fantásticos en calidad también. De mi juego de rotuladores para dibujo técnico (que tengo aún entero), el portaminas del 0,5 mm rojo que incluía sigue IMPOLUTO. Ni una picada de óxido, y perfectamente funcional tras más de 20-25 años que tendrá ya. Increíble.
Y bonito el condenado… sueltos tampoco son caros, y por la calidad que tienen, ni qué decir.
¿No llegaste a catar los de 0,3 mm? Uuuuuuu… si ya no era nada raro partir alguna mina del 0,5 ó 0,7 mm. al cargarla, o una vez cargada porque en algún meneo estallaban en pedazos más pequeños que cuando se gastaba el que estaba en uso no siempre llegaba a entrar otro porque se «atascaban», los del 0,3 mm ni te cuento, que eran un pelo de grafito. Y el trazo tan fino increíble.
Muy técnicos eso sí, eso para lo que son y punto. Para lo demás, poco viable.