Volvemos a contar en este espacio con la colaboración de nuestro fiel lector Pedro. Ya lo pudisteis disfrutar en su anterior artículo Regreso al pasado en HD. Con el entusiasmo que le caracteriza nos narra, de una forma novelada y muy amena, los orígenes de los relojes que marcaron un antes y un después en cuanto a resistencia, los Casio G-Shock.
La soledad del Héroe (Parte I) por Pedro L
Todos los aficionados a la relojería han oído hablar de los G-Shocks, incluso los que no conocen en profundidad ni les gusta la marca Casio.
Por una parte mucha gente cuando piensa en Casio sigue pensando en ellos como una marca barata que fabrica relojuchos de «plástico».
Por otra parte todos aquellos más metidos en el universo del tiempo ya ven la marca de manera distinta y concretamente a los G-Shocks como relojes y/o herramientas para un uso más intensivo que otro tipo de relojes, al aire libre y para soportar impactos y fuerzas centrífugas y G’s, considerado un reloj casi indestructible.
Pero, ¿cómo llegó a materializarse ese concepto en una época donde los relojes, a nivel general eran considerados como un instrumento frágil y delicado? Si ya en esa época había relojes como los Marlin, que cualquier aficionado a Casio conoce la gran calidad que trajeron en aquellos días, ¿cómo se ideó y desarrolló un concepto de reloj con una resistencia notablemente superior? Y mejor aún, ¿para qué? Si ya los Marlin eran de una calidad excelente con módulos completos y que abastecían las necesidades del día a día, ¿verdad?
¿Inventar un reloj para soportar golpes? ¿Qué ocurrió exactamente? ¿Hay modo de averiguarlo? ¿Porque no aprovechamos que disponemos de un DeLorean y regresamos al pasado de nuevo tratando de averiguar qué ocurrió?
Nos dirigimos hacia donde tenemos guardado el DeLorean. Es un garaje, de nuestra propiedad y está bien guardado con una lona que lo oculta totalmente de miradas no deseadas. Allí mismo hay una mesa grande, espaciosa de madera donde previamente hemos de calcular las coordenadas, ya que este DeLorean posee la capacidad de aparte de modificar el tiempo, también nos permite trasladarnos en el espacio simultáneamente.
Después de analizar el sitio donde vamos a ir a parar, y asegurándonos donde será la «reentrada» quitamos la lona para destapar el DeLorean.
Introducimos lo que nos será necesario para estar allí un tiempo más o menos prolongado e introducimos las coordenadas de donde hemos estudiado será donde entremos: Longitud E 139° 41’30. 16» y Latitud N 35°41’22. 2» y vamos ajustando los circuitos temporales desde el último año que fue usado hasta el año 1981.
Y nos dirigimos hasta una larga recta donde no hay nadie a la vista. Nos preparamos y una vez bien colocados para la salida aceleramos con decisión hasta alcanzar los 140 Km/H:
Y en ese instante, se produce un fogonazo de luz que nos ciega por un momento que de inmediato nos transporta temporalmente hasta 1981 y en el espacio hacia una zona abierta de camino algo pedregoso pero sin peligro de caída ni accidente, que nos permite detener algo bruscamente el DeLorean y adaptarnos física y mentalmente al año y el sitio indicado donde se gestó la mítica serie de alta resistencia G-Shock, relojes casi indestructibles.
TOKIO, JAPON
1981
Que paradojas tiene la vida. En muchas ocasiones ocurren cosas que parecen fortuitas, pero que lejos de serlo tienen un porqué y un para qué. El mundo lo interpretamos desde la dualidad. De la destrucción puede nacer la construcción y el nacimiento de nuevas ideas y conceptos que a priori no somos capaces de verlo. Así funciona nuestra mente. Cuando sucede algo que no nos gusta, nos ofuscamos tanto, nos ofuscamos tanto, que no podemos ver que ese hecho, tiene su porqué y su para qué, aunque no lo entendamos. Eso mismo se plasmó y fuimos testigos presenciales ese año 1981 de un acontecimiento que pareció accidental o eso pensábamos, pero que después se convirtió en todo un nuevo concepto de entender la relojería digital y hasta cuanto podía soportar un instrumento de medición del tiempo un trato despreocupado y severo.
Al poco de llegar a ese año, y una vez repuestos y mentalizados del año en el que estábamos, decidimos familiarizarnos con el entorno y darnos algunos paseos por Tokio a fin de ver sus calles y paisajes.
Parecía una ciudad muy limpia. Daba una sensación de a pesar del volumen de gente todo estaba muy limpio, sin papeles y demás por las calles y aceras. Mientras conducíamos por las calles decidimos ponernos manos a la obra y comenzar a buscar la fábrica o sede de Casio.
Nos pusimos a preguntar por medio de señas y con la ayuda de un Casio Marlin H-110, que portaba en la muñeca. Había que ser precavidos y no llevar ningún reloj que fuera posterior a ese año, y como el Marlin H 110, o también denominado por Casio W-100 era del año pasado, o sea 1980 pues no llamaría demasiado la atención. Este H 110 o W-100 fue el primer modelo en llevar tapa roscada combinada con caja de resina y monta el módulo 106.
Después de preguntar y mediante señas (de japonés ni idea) y mostrando el reloj dimos a entender que buscábamos. Era 1981, no podíamos usar móvil ni Google Maps ni nada por el estilo. Después de entender medianamente las señas que nos indicaron llegamos a una calle ancha con edificios a ambos extremos, pero enseguida localizamos el edificio que andábamos buscando. Era un edificio muy alto con la palabra Casio en el lado superior derecho y altamente reconocible.
La entrada era ancha y luminosa con una pequeña escalera separada por un pasamanos metálico y en el lado derecho de la misma nos recibía un cartel ancho y rectangular con el nombre de Casio Computer Co, LTD (en japonés Kashio Keisanki Kabushikigaisha). La sede fue fundada en 1946 por Kazuo Kashio. A través del DeLorean supimos que las coordenadas de la sede son: 35°40’51»N y 139°41’05»E.
Encontrada ahora la sede de Casio decidimos averiguar de algún modo cualquier indicio para saber cómo se fraguó el concepto G-Shock, el reloj indestructible. Pero, ¿por dónde empezamos? Ya sabíamos más o menos quien era su fundador, así que me traje a bordo una fotografía (no podíamos arriesgarnos a usar móvil) del que creíamos su fundador: Kikuo Ibe.
Decidí traer esta foto en la que de fondo no se viera ningún logo G-Shock ni portando ningún reloj (normalmente suele verse mucho en su muñeca el DW-5600E), a fin de en caso de pérdida o extravío no alterase el devenir natural de los acontecimientos. Nos quedamos un rato mirando la foto memorizando todos los detalles del rostro, ya que la imagen de la foto con el Kikuo Ibe de 1981 habría una diferencia de más de 35 años.
Llegados a este punto decidimos buscar un lugar cercano desde donde poder ver la entrada a la sede y poder ver salir o entrar a nuestro hombre. Justo enfrente del edificio hacia la derecha hay un pequeño espacio abierto de zona verde con bancos donde poder sentarse y desde un lateral nos permitía ver la entrada relativamente bien. Aparcamos el DeLorean dos calles más abajo y nos dirigimos a pie hacia uno de los bancos de dicha zona verde. Miro mi H 110 y marca las 18:00H. No tenemos ni idea del horario de salida de nuestro hombre, así que nos dedicamos a esperar. Eso sí, sabemos que en Japón las largas jornadas de trabajo son la tónica general en el día a día.
A partir de las 21:00H, poco a poco empezamos a ver salir personas paulatinamente y estamos atentos a cada uno que sale a fin de reconocer a nuestro hombre. A diez minutos de las 22:00H vemos salir a un hombre joven, de aprox. 1,60-1,65cm, delgado y a pesar de la diferencia de edad respecto a la foto, supimos reconocer de quien se trataba. ¡Era él Kikuo Ibe en persona!
Vestía de pantalón vaquero y camisa blanca ligeramente arremangada y nos fijamos que en la muñeca izquierda portaba reloj, pero desde donde estábamos era imposible saber cuál era.
También portaba una pequeña cartera de mano de color marrón claro. Su cara era prácticamente como en la foto, más joven, claro, con esa sonrisa sincera y amable, que sin conocerlo de nada ya es de esas personas que te caen bien sin haber mediado palabra.
Caminaba con paso desenfadado y al llegar a la acera torció ligeramente hacia su derecha y siguió caminando por la calle. Nosotros al cabo de unos minutos nos marchamos también del parque a descansar. En las sucesivas noches, el plan sería verificar a qué hora salía a diario de la sede. Entre las 22:00 y 22:45H solía salir cada noche. Nosotros nos dirigíamos al Hostel Bunka que se había construido recientemente.
Se encontraba a muy poca distancia del centro de la ciudad y en donde se hablaba por fortuna español e inglés, que nos vino muy bien para entender que emociones fueron las que desencadenaron la explosión creativa del origen de G-Shock.
Durante unas pocas noches, sentados en el parque enfrente de la sede, vimos salir a Kikuo Ibe siempre entre las 22:00 y 22:45H aproximadamente. Nada parecía indicar nada fuera de lo común que nos diera una pista para intuir la idea de propició a los G-Shock. ¿Qué hacer para averiguar algo, lo que fuera?
Nuestra inquietud fue oída por esa fina línea del destino que esa misma noche nos colocó en el lugar y hora exacta cuando llegamos sobre las 21:00H (cambiábamos la hora de llegada a fin de no levantar sospechas), estábamos lejos de adivinar que esa misma noche seríamos testigos de uno de los dos hechos más relevantes y decisivos en la gestación de G-Shock.
Apenas 20 minutos después de llegar, no nos dimos ni cuenta de una sombra hasta que se nos echó encima. Sobresaltados, al levantar la vista vimos acercarse a Kikuo Ibe muy lentamente. Nos quedamos en «shock», sin poder movernos ni pensar. ¿Qué hacer? ¿Y si comienza a hablar? De manera intuitiva, para no dar pie a conversaciones que pudieran alterar el devenir natural de los acontecimientos que seriamos testigos de inmediato, la mano izquierda en la que llevaba el Marlin H 110 la coloqué detrás mío, a fin de que no diera lugar a nada por parte de Kikuo Ibe. No fue necesario. Kikuo Ibe caminaba muy lentamente, apesadumbrado, la cabeza agachada y mirada clavada al suelo. Su cara ya no era afable y serena. Se le veía muy triste. Delante nuestra había otro banco y fue a sentarse en él. Durante mucho tiempo estuvo inmóvil, con la mirada clavada al suelo, ausente. El tiempo pareció detenerse para todos. El silencio fue total, parecía que oíamos tan solo el sonido monocorde y embriagador de un tic-tac lejano, como si el mundo fuera un enorme reloj de cuerda.
Pasado un rato que no supimos saber cuánto tiempo pasó, Kikuo Ibe que portaba en las manos lo que parecía un pañuelo de tela hecho un ovillo, lo depositó en el banco junto a él y lo extendió.
Lo que pudimos ver dentro del pañuelo parecía ser su reloj, o bueno, lo que parecía quedar de él, ya que la luz no incidía directamente sobre él, pero se veía hecho añicos. Se veían reflejos de cristalitos y la correa deshecha. No podíamos ver marca y mucho menos modelo, pero la correa parecía metálica y estaba suelta de un extremo, por lo que todo parecía apuntar que debió caérsele de su muñeca estando en su despacho y se le hizo trozos. Por eso salió antes de su horario habitual. Kikuo Ibe, con la mirada baja, mordiéndose el labio, y moviendo la cabeza levemente en gesto de negación se le veía totalmente hundido y abatido. Parecía haber recibido un duro golpe, más que su reloj.
Desolado, volvió a envolver el pañuelo y se marchó sin siquiera darse cuenta de nuestra presencia. En ese instante, no supimos ver que ese hecho que parecía sin mayor importancia que un simple reloj roto sería la 1° parte que desencadenó la leyenda de los relojes casi indestructibles G-Shock.
Esa misma noche sabríamos el porqué de la tremenda perdida que supuso para Kikuo Ibe. Mientras probábamos Syou-chü (licor de trigo o patata) y Ama-zake (licor de arroz dulce) en el bar del hostel, el camarero que hablaba un poco de español, al ver el Marlín iniciamos una conversación sobre relojes. Le explicamos la escena que habíamos presenciado en el parque, sin dar nombres ni pistas, claro, y nos explicó la razón de la tremenda tristeza y desazón que portaba Ibe.
Resulta que en Japón hay una tradición que consiste en que el padre le regale al hijo siendo adolescente, alrededor de los 13 o 14 años, al graduarse en secundaria, creímos entender, un reloj. Por tanto, para Kikuo Ibe no fue romperse un reloj cualquiera, ni un regalo casual de su padre, sino más bien también fue una cuestión de tradición, algo muy importante para el pueblo japonés.
Acompaño a Ibe durante toda su adolescencia y juventud, incluso cuando entró como diseñador en Casio. Comprendimos ahí que se sintiera de aquella manera. La tradición se había roto con aquella caída de su muñeca.
Durante tres noches le vimos salir totalmente triste y desanimado. Iba como abstraído y desganado totalmente, la mirada ausente y perdida era lo único que dejaba ver su cara. Se encaminaba por el lado habitual de la acera, dándonos la sensación que embargado por el torbellino de emociones, tristeza, impotencia, rabia, los recuerdos de su padre en el momento de entregarle orgulloso su reloj, Kikuo Ibe ya iba rumiando algo, como si dentro de su cabeza se vieran los engranajes o el mecanismo de un reloj automático puesto en funcionamiento.
Esas tres noches le vimos salir solo, pero a la semana siguiente hubo un importante cambio. La primera noche de la semana siguiente Kikuo Ibe no salía a su hora habitual. Su salida fue a las 23:40H y salió acompañado de 2 hombres más. Ante la obsesión que se instaló con firmeza, como las raíces de un árbol grueso, milenario, que se aferran a la tierra, pero a la cabeza de Ibe decidió ir a por todas y pidió ayuda a dos compañeros más, entre ellos su buen amigo Ryusuke Moriai.
Fue así como formó el «Project Team Tough» de manera paralela y clandestina a sus funciones habituales en Casio. Su idea era comenzar un trabajo de investigación y diseño para un reloj que no se rompiera al caerse. Pero movido por la sensación de rabia e impotencia que le embargaba amargamente por la pérdida de su reloj, no se conformó con que aguantase una caída solo desde la muñeca al suelo, no, sino que decidió ir más allá. Ya era un reto personal, y una fijación obstinada, un deseo por encima de todo. Fue así como presentó a su equipo el concepto «triple 10”.
Ese concepto debía cumplir al menos 3 requisitos:
– Aguantar 1 caída desde al menos 10 metros.
– Aguantar 10 bares de presión de resistencia al agua.
– Duración de pila de al menos 10 años.
En los sucesivos días, podíamos ver 3 siluetas iluminadas por una tenue luz a través de un amplio ventanal que quedaba enfrente del parque donde estábamos. Su despacho estaba ubicado en la 3°planta del edificio y se veía una luz tenue hasta pasada la medianoche. Debian estar intercambiando ideas, bocetos y puntos de vista y posibles maneras de evitar dañar un reloj a través de un impacto. Esa idea obsesionaba a Ibe.
Nosotros, durante unos 12 días no pudimos ser testigos de nada irrelevante. Siempre salían los tres juntos y al llegar a la acera se despedían y Kikuo Ibe tomaba su camino habitual y sus dos compañeros otro.
Pero a partir del día 12, si ocurrió algo. Desde el ángulo donde estábamos , podíamos ver el ventanal de su despacho y en la cara contigua del frontal había unas ventanas más pequeñas que debían ser baños o algo así. Pues bien, esa noche que digo, a la misma altura que su despacho pudimos observar cómo desde esa ventanita lanzaron algo al suelo. Al momento bajó el propio Ibe, lo recogió y rápidamente volvió a subir. Caímos en la cuenta de que se trataba. Un prototipo había sido probado. En las sucesivas semanas pudimos observar cómo lanzaban siempre desde esa misma ventana, porque quizá al ser un proyecto paralelo a sus funciones habituales o diseños tuvieron. que hacerlo a escondidas y de manera clandestina, de uno a dos prototipos por semana. Conociendo algunos datos que circulan por la red en nuestro año, decidimos adelantarnos unos días en el tiempo con el DeLorean que estaba guardado a buen recaudo a fin de no levantar sospechas.
Fue así como nos trasladamos de nuevo en el tiempo hacia delante 24 semanas. Volvimos a tomar asiento en el mismo banco del parque y durante 7 noches más pudimos observar cómo continuaban lanzando prototipos al suelo desde la 3°planta. Eso nos daba como media desde que comenzaron a lanzar hasta que regresamos 25 semanas contando los 7 días pasados una media de aprox. ¡¡¡¡200 prototipos!!!!!! Eso nos hizo comprender la obsesión de Ibe y su Project Team por conseguir su objetivo y la titánica y ardua tarea que parecía estar desarrollando el «Project Team Tough».
En las dos semanas siguientes no lanzaron ningún prototipo a la calle. Pareció que las ideas y esperanzas debían comenzar a agotarse lentamente, viendo que no parecían hallar la clave. Durante 2 semanas los vimos salir a los tres extenuados física y mentalmente. Eran ya muchas semanas seguidas durante muchas horas al día dándole vueltas a la cabeza y lanzando ideas, esperanzas e ilusiones literalmente a la calle y parecía que se acercaban a un callejón sin salida. Tuve la impresión que en ese momento arrojarían la toalla y en cualquier momento desistirían. La sensación de hastío y desesperanza comenzaba también a hacer mella en nosotros.
Pero a la mañana siguiente al levantarnos no podíamos imaginar que esa mañana volveríamos a ser testigos del 2° acontecimiento fundamental y decisivo que dio lugar al nacimiento de G-Shock.
Que curiosos mecanismos usa el destino para colocar las fichas en su sitio y tablero apropiado para que el juego acabe desarrollándose cuando la partida parece acabada antes de siquiera comenzar a jugarla. A veces cuando todo parece perdido, va el diablo y. se pone de tu parte, como reza una canción. Esa mañana, al despertar decidimos ir al parque, pero mucho más temprano, alrededor del mediodía, a fin de ver otra perspectiva del lugar y aburridos ya cada noche de lo mismo, y más cuando hacía ya varios días que no se veía movimiento alguno. Al llegar vimos a un grupo de niños corriendo y jugando por allí. Al lado nuestra hacia la izquierda había una niña de unos 6-7 años jugando con una pelota de goma que lanzaba al suelo, rebotaba contra un pequeño muro que hacía de limitación del parque y regresaba a ella de nuevo. Mirando el ajetreo que había no nos dimos cuenta que en el banco de enfrente se había sentado Kikuo Ibe de nuevo. Se masajeaba las sienes ligeramente y su cara hacía leves muecas como de malestar. Entendimos que debía dolerle la cabeza del agotamiento mental y la desazón que portaba desde hacía mucho y habría bajado a tomar el aire e intentar despejarse un poco. De repente, como por casualidad (o causalidad, sería más apropiado), Kikuo Ibe levanto la cabeza y se quedó mirando a la niña unos segundos como si nada, pero a continuación vimos con claridad lo que sucedió.
En la mente de Kikuo Ibe en ese instante debió saltar una chispa, o más bien debió ser un fogonazo de luz, porque de repente abrió los ojos de par en par, y una sonrisa de oreja a oreja le iluminó el rostro. De repente el cansancio, agotamiento y la apatía se esfumaron al instante.
No me preguntéis como pero casi pude ver en la mente de Ibe como esa misma pelota de goma continuaba golpeando el suelo y el muro con un módulo en su interior como si «flotara», es decir una especie de «módulo flotante». Debió imaginar la parte exterior de goma como el exterior del cuerpo del reloj y el módulo interno «flotando» dentro.
Se levantó entonces como movido por un resorte y se dirigió corriendo a su. despacho. Comprendimos ahí mismo que el concepto de G-Shock había nacido en ese instante. Y ese instante de Kikuo Ibe observando a la niña haciendo rebotar su pelota una y otra vez más tarde sería bautizado como «floating module configuration».
Supimos que a partir de ese día ya no seríamos testigos de nada más, ya que no podíamos acceder a su zona de trabajo por motivos obvios, y decidimos regresar a 2019 a bordo del DeLorean y el resto ya es historia…
Pedro.
De nuevo agradecerte Pedro la pasión que pones en tus artículos. Textos detallados y en este caso muy imaginativo, y unas fotografías muy bien elegidas.
Qué genial «dramatización» de los inicios de G-Shock, y además creo que inédita, no recuerdo haber leído nada así en español. Trabajazo del autor, mis felicitaciones.
unfulano, ficcionar la bonita historia de la génesis de G-Shock que todos conocemos, le da mucho dinamismo. Tienes razón en lo que apuntas, ficcionada o sin ficcionar, debe ser la versión más completa disponible en español.
De nuevo,Guti,lo primero de todo es Agradecer que me dejes y cedas tu blog para disfrutar redactando y compartiendo con los demás.
Es un placer poder compartir con todos y en cierto modo, pertenecer a este estupendo blog tuyo,donde sobresale de otros por tu buen hacer y mejor saber,.Con un blog de calidad como este,es una agradable experiencia.
Así que Gracias por tu disposición,apoyo y disponiblidad.
Y a los demás lectores,espero que os guste y os entretenga de buena manera,Esa ha sido mi intención.
Gracias por leerla.
Saludos!!!
Gracias a ti por el trabajazo Pedro. Créeme, se lo que cuesta, y es un enorme gesto de tu parte que hayas decidido compartirlo con todos.
Una redacción increíble e impecable, he vivido en persona el nacimiento de los G-Shock en este magnífico texto y me he recreado en cada frase memorizando y visualizando esos momentos que marcaron sin duda un hito en la historia de la relojería.
Enhorabuena Pedro, por suerte o por desgracia pude vivir con mucha alegría e ilusión aquellos maravillosos 80, aquellos años donde comprábamos los Marlin pero con tu relato he vivido también la historia del comienzo de los G-Shock.
Un saludo.
Muchas gracias UNFULANO.
Esa fué mi intención,escribirla de ese modo a ver que salía,narrando la en primera persona
Espero os haya gustado.
Gracias!
Muchas gracias Jose!!
Coincido contigo en que aquellos años 80,a los que crecimos inmersos en ellos,estos relojes nos traen de un modo u otro, recuerdos de lo que vivimos siendo niños y pasando a la adolescencia.
Yo en mi caso, fué por suerte,y cuando veo piezas tan magníficas y de calidad tan soberbia,como los Marlin que mencionas,o el Dw-1000 que llevo ahora mismo puesto,esa sensación de aquellos años está siempre conmigo.
Mientras escribía,al igual que tú,he recibido todo aquello.
Gracias por comentar
Saludos!!
De nada Pedro, por suerte me refiero a que sin ninguna duda aquella década fue increíble para todos los que la vivimos ya no solo por el tema de relojes sino por lo laboral y lo personal por lo menos en mi caso. Y por desgracia porque por vivir aquella época ya tenemos unos años.
Sobre el tema de G-Shock siempre digo que no comprendo las políticas de las empresas y que si Casio vende aunque de forma residual algunos HD y un modelo de TRT no veo incompatible que vendieran algunos Marlin y no me refiero al MDV-106 Duro que es el único Marlin que venden.
También hay muchos Collection que si no se miran de cerca por su diseño y funciones parecen perfectamente un G-Shock y no por ello Casio deja de vender unidades de una u otra familia.
El DW-1000 es una preciosidad y otro reloj mítico de los que ya no se ven.
Un saludo.
Es que aquí tenemos buenos lectores-redactores Pepe Casio, pero que te voy a contar que tu no sepas… Y de primera mano además.
No puedo más que repetirlo, gracias a Pedro, y también a ti.
Hombre, yo no es por echaros más flores, pero es que como este blog no hay otro. Enhorabuena Pedro y gracias Guti por todo esto.
Es increíble Javier la calidad de este reportaje de Pedro La Soledad del Héroe.
Ahora que acabo de leer la segunda parte me ha asombrado la cantidad de información la forma de redactar las fotografías que acompañan al artículo la verdad es que todo en su conjunto es una maravilla y de algo que como mi apodo indica soy un fan incondicional.
Yo soy muy vago para escribir y me limito a dar mis impresiones sobre los Casios que tengo con más o menos acierto.
De nada Javier, un saludo.
Te lo agradezco muchísimo Jose Carlos. Dentro de que este blog, y los asuntos que trato son una afición, pongo esfuerzo e intento hacerlo lo mejor posible. De nuevo, gracias.
Artículo muy interesante. Por cierto, ya que hablamos del DeLoream, ¿qué opinión merecen? los relojes de esta marca, DMC; No se van de precio, rondan los 130 euros y montan un japones Miyota 2315.
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