JUNIO

14 de junio

SAN ELISEO, PROFETA

OCarm: Memoria

 
Elías pasó junto a Eliseo y le echó encima su manto. Eliseo sacrificó la yunta de bueyes y se fue tras Elías y se consagró a su servicio [cf. 1Re 19, 19. 21]. Eliseo recibió el espíritu de Elías. Curó a Naamán de la lepra y devolvió a la vida al niño de la sunamita. La Orden del Carmen recuerda su origen en el monte Carmelo con la celebración litúrgica de los grandes profetas Elías y Eliseo, perpetuando la memoria de su presencia y de sus obras. Por eso el capítulo general de 1399 decretó la celebración de su fiesta. Eliseo testimonia la eficacia del carisma profético por medio de la fidelidad al Dios verdadero y el servicio a su pueblo.

Invitatorio

Ant.: Venid, adoremos al Señor que por sus profetas ha obrado maravillas.

El salmo invitatorio, como en el Ordinario, p.

Oficio de lectura

Himno

Hoy en el cielo, ángeles y santos
plácemes mil a coro te tributan;
toda la tierra evoca tu recuerdo,
¡oh Eliseo!

Del gran Elías, padre venerable,
tienes su espíritu, su coraje heredas:

él, por mandato del Señor bendito,
te unge profeta.

Ves cómo al cielo sube en ígneo carro,
tomas su manto y con él las aguas
hieres del río, ábrese cauce
cruzas seguro.

Guía y maestro, padre de profetas,
toda tu grey eufórica te aclama,
y a apacentarla con amor te empuja
celo sagrado

En las cavernas del desierto moras,
del necio mundo despreciando el fasto,
y obras, por gracia del divino Espíritu,
grandes portentos.

Llenos de amor, los hijos del Carmelo,
fieles te adoran, ¡oh Dios Uno y Trino!,
y, de Eliseo, al celebrar la fiesta,
cantan tu gloria. Amén
 

Salmodia

Ant. 1. El profeta Elías encontró a Eliseo arando y le echó encima su manto.
 

Salmo 10

Al Señor me acojo, ¿por qué me decís:
«Escapa como un pájaro al monte»?

¿Porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda,
para disparar en la sombra contra los buenos?

Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo?

Pero el Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.

Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado.

Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro.
 

Ant. El profeta Elías encontró a Eliseo arando y le echó encima su manto.

Ant. 2. Eliseo le pidió: «Déjame en herencia los dos tercios de tu espíritu».
 

Salmo 27, 1?3. 6-9

A ti, Señor, te invoco;

Roca mía, no seas sordo a mi voz;
que, si no me escuchas, seré igual
que los que bajan a la fosa.

Escucha mi voz suplicante
cuando te pido auxilio,
cuando alzo las manos
hacia tu santuario.

No me arrebates con los malvados
ni con los malhechores,
que hablan de paz con el prójimo,
pero llevan la maldad en el corazón.

Bendito el Señor, que escuchó
mi voz suplicante;
el Señor es mi fuerza y mi escudo:
en él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra
y le canta agradecido.

El Señor es fuerza para su pueblo,
apoyo y salvación para su Ungido.

Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,
sé su pastor y llévalos siempre.
 

Ant. Eliseo le pidió: «Déjame en herencia los dos tercios de tu espíritu».

Ant. 3. El espíritu de Elías se posó sobre Eliseo.
 

Salmo 29

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.

Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:
«No vacilaré jamás».

Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme».

Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.

Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
 

Ant. El espíritu de Elías se posó sobre Eliseo.

V/. De entre sus hermanos les suscitaré un profeta.
R/. Que les dirá cuanto yo les mandare.

 
Primera lectura

Del segundo libro de los Reyes
2,1-15

Elías es arrebatado al cielo

Y sucedió que cuando el Señor iba a arrebatar a Elías al cielo en la tempestad, Elías y Eliseo partieron de Guilgal y Elías dijo a Eliseo: «Quédate aquí, pues el Señor me envía a Betel». Eliseo respondió: «¡Vive Dios! ¡Por tu vida, no te dejaré!».

Y bajaron ambos a Betel. La comunidad de los profetas que allí moraba salió al encuentro de Eliseo y le dijeron: «¿Sabes que el Señor arrebatará hoy a tu señor por encima de tu cabeza?». Eliseo respondió: «Claro que lo sé. ¡Callad!». Elías ordenó: «Quédate aquí, porque el Señor me envía a Jericó». Eliseo respondió: «¡Vive Dios! ¡Por tu vida, yo no te dejaré».

Y así llegaron a Jericó. La comunidad de los profetas que moraba en Jericó se acercó a Eliseo y le dijeron: «¿Sabes que el Señor arrebatará hoy a tu señor por encima de tu cabeza?». Él respon­dió: «Claro que lo sé. ¡Callad!». Y Elías le dijo: «Quédate aquí, porque el Señor me envía al Jordán». Eliseo volvió a responder: «¡Vive Dios! ¡Por tu vida, no te dejaré»; y los dos continuaron el camino. Cincuenta hombres de la comu­nidad de los profetas iban también de camino y se pararon frente al río Jordán ellos, a cierta distancia de Elías y Eliseo, los cuales se detuvieron a la vera del Jordán. Elías se quitó el manto, lo enrolló y golpeó con él las aguas. Se separaron estas a un lado y a otro, y pasaron ambos sobre terreno seco.

Mientras cruzaban, dijo Elías a Eliseo: «Pí­deme lo que quieras que haga por ti antes de que sea arrebatado de tu lado». Eliseo respondió: «Por favor, que yo reciba dos partes de tu espíritu». Respondió Elías: «Pides algo difícil, pero si alcanzas a verme cuando sea arrebatado de tu lado, pasarán a ti; si no, no pasarán».

Mientras ellos iban conversando por el camino, de pronto, un carro de fuego con caballos de fuego los separó a uno del otro. Subió Elías al cielo en la tempestad.

Eliseo lo veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío! ¿Carros y caballería de Israel!». Al dejar de verlo, agarró sus vestidos y los desgarró en dos. Recogió el manto que había caído de los hombros de Elías, volvió al Jordán y se detuvo a la orilla. Tomó el manto que había caído de los hombros de Elías y golpeó con él las aguas, pero no se separaron. Dijo entonces: «¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?». Golpeó otra vez las aguas, que se separaron a un lado y a otro, y pasó Eliseo sobre terreno seco.

Cuando la comunidad de los profetas lo vio venir hacia ellos, dijeron: «El espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo». Y fueron a su encuentro y se postraron en tierra ante él.
 

Responsorio (Cf. 2 Re 2,12;15,9)

R/. Eliseo lo veía y exclamaba: «¡Padre mío, padre mío¡ ¡Carros y caballería de Israel!». * Y el espíritu de Elías se posó sobre Eliseo.
V/. Respondió Eliseo: «Por favor, que yo reciba dos partes de tu espíritu». * Y el espíritu.

 
Segunda lectura

De un sermón de san Ambrosio, obispo (Sermón 87)

El saneamiento de las aguas, figura de la Iglesia

 

¿Qué diremos de los méritos de Eliseo? Lo primero que hemos de decir en alabanza suya es que quiso aventajar en gracia a su padre Elías, al pedirle que le concediera más de lo que, como él bien sabía, aquél poseía. Es avaricioso en pedir, pero digno en merecer. Al pedirle a su padre más de lo que este tiene, por sus propios méritos consigue que le conceda más de lo que puede. Y cuando, después de haber visto cómo su maestro subía al cielo, regresa Eliseo a Jericó, sus moradores le ruegan que se quede en su ciudad y le dicen: El emplazamiento de la villa es bueno, pero el agua es mala y la tierra lo aborta todo. Él ordena que le traigan un plato de loza con sal, se acerca al manantial y arroja la sal al agua, al tiempo que exclama: Así dice el Señor: Yo he saneado esta agua; ya no surgirán  de aquí muerte ni esterilidad. Y quedó saneada el agua hasta el día de hoy.

Ved, pues, cuán grandes son los méritos de Eliseo, el cual, en cuanto viene a hospedarse en la ciudad, trae a sus habitantes una gran fecundidad. Al Ajabar con la esterilidad de las aguas, regala a sus usuarios una posteridad segura, pues con este prodigio no sana Eliseo solamente a un hombre ni socorre a un solo hogar, sino que remedia a toda la población. Si hubiera tardado más en obrar este milagro, la esterilidad habría terminado por dejar a la ciudad sin pobladores. Por consiguiente, cuando Eliseo sanea las aguas cura también al pueblo; y al bendecir el manantial, les entrega una fuente de vida. Pues así como con la purificación del hontanar brotó el agua ya pura de los ocultos veneros de la tierra, así también de los recónditos senos de las madres habría de nacer una prole lozana y vigorosa.

No bendijo, por tanto, Eliseo únicamente las aguas que corrían ya por el cauce de los arroyos, sino también aquellas otras que, confundidas aún en las húmedas entrañas de la tierra, habrían de fluir en adelante mansas y constantes. Por eso dice la Escritura que Eliseo bendijo el manantial, para que la salubridad alcanzara al agua que brotaba antes que a la que todavía se ocultaba en el seno de la fuente. Y pues, al decir del apóstol Pablo, todas estas cosas les acontecían en figuras, veamos ahora qué verdad en­cierra esta figura: La Iglesia es aquella estéril ciu­dad, la cual, antes de la venida de Cristo, a causa de la contaminación de las aguas, es decir, de la idola­tría de los pueblos paganos, aquejada de esterilidad, no pudo engendrar hijos para Dios; mas cuando vino Cristo y se revistió del frágil barro de nuestro cuerpo, saneó la podredumbre de las aguas, esto es, extirpó las idolatrías de las naciones, y al momento la Iglesia, que era estéril, comenzó a ser fecunda.

Por lo cual dice también el Apóstol: Alégrate, estéril, la que no dabas a luz, rompe a gritar de júbilo, la que no tenías dolores de parto, porque serán muchos los hijos de la abandonada; más que los de la que tiene marido. Así también, más hijos engendró Cristo de esta Iglesia que había sido estéril que los que antes había tenido aquella sinagoga que era fecunda.
 

Responsorio (2 Re 2, 21-22)

R/. Salió Eliseo hacia el lugar del manantial, lo roció con sal y dijo: «Así dice el Señor: Yo he saneado esta agua. * Ya no surgirán de aquí muerte ni esterilidad».
V/. Y quedó saneada el agua hasta el día de hoy, conforme a la palabra que había pronunciado Eliseo. * Ya no surgirán.
 

Himno Te Deum, en el Apéndice I, p.
La oración como en Laudes.
 

Laudes

Himno

Hoy en la cumbre suenan de tu santo
Monte Carmelo cantos jubilosos:
todos tus hijos honran tu memoria,
¡oh Eliseo!

Tú de los reyes quiebras el orgullo,
vengas las burlas de insensatos niños,
haces que en fuentes vivas se trasmuten
aguas insanas.

A la afligida viuda de un profeta
tú le prodigas su menguado aceite;
ella lo vende, sale de su apuro,
paga sus deudas.

Agradecido, a la Sunamita
logras que el cielo un hijo le conceda;
muérese el niño, mas por tus plegarias
vuelve a la vida.

Curas la lepra a Naamán el sirio
cuando en las aguas del Jordán se baña;
mas los obsequios que ofrendar pretende
no los aceptas.

Sanas manjares, panes multiplicas,
haces que el hierro sobre el agua flote,
y a la codicia del criado impones
justo castigo.

Dios Uno y Trino, canten tus grandezas
cuantos memoria guardan de Eliseo,
y por sus ruegos alcanzar esperan
gloria celeste. Amén.

 
Salmodia

Ant.1: Que venga a mí Naamán, dijo Eliseo, y verá que hay un profeta en Israel.

Los salmos y el cántico, del domingo de la I Semana, pp.

Ant. 2: Mientras el músico tañía, vino sobre Eliseo la mano del Señor, y profetizó.

Ant.3: En vida no temió a ninguno, nadie pudo sujetar su espíritu.
 

Lectura breve  (Eclo 48,13b-15)

Durante su vida ningún príncipe lo hizo temblar, nadie pudo dominarlo. Nada era imposible para él. Durante su vida realizó prodigios, y después de muerto fueron admirables sus obras..

 
Responsorio breve

R/. Elías fue arrebatado en la tempestad, * Y su espíritu se posó sobre Eliseo.
V/. Eliseo recogió el manto de Elías. * Y su espíritu. Gloria al Padre. Elías fue.

Benedictus, ant.: Bendito sea el rey del cielo, Señor de los profetas, que por boca de sus santos dicta la ley a sus fieles, y al mostrarnos el camino de la paz y la salvación por las obras de Eliseo, nos conceda por su intercesión la vida eterna.

 
Preces

Dios habló y obró en otro tiempo por medio de los profetas y hoy continúa presente entre nosotros        por su Hijo, el Verbo hecho carne. Invoquémosle, pues, con insistencia:

Haznos testigos de tu palabra.

Rey de los profetas, que llenaste a Eliseo con el espíritu de Elías,
- suscita en nosotros el sentimiento profético que todos hemos recibido en nuestro bautismo.

Verbo del Padre, que por el Espíritu Santo inspiraste a los profetas para que fueran pregoneros           de tu voz,
- da a los pastores y predicadores tu palabra de rectitud y fidelidad.

Médico de los cuerpos y de las almas, que por los profetas obraste prodigios en favor de los                débiles y necesitados,
- sana a los enfermos, fortalece a los inseguros y ampara a los indefensos.

Pan de los ángeles y de los hombres, que por medio del profeta Eliseo remediaste el hambre                del pueblo,
- infunde en tus servidores sentimientos de solidaridad y de comunión para con los hambrientos y los pobres de todo el mundo.

Fuente y origen de toda piedad, que por Eliseo salvaste incluso a los enemigos de Israel,
- haz que todos tus discípulos sean ministros de misericordia y reconciliación.

Padre nuestro.

 

Oración

Señor Dios, guardián y redentor de los hombres, que te muestras admirable en tus profetas y transmitiste el espíritu de Elías a tu profeta Eliseo, dígnate por tu bondad hacer crecer en nosotros los dones del Espíritu Santo, a fin de que, imbuidos del carisma profético, podamos ser testigos ante el mundo de tu presencia providente. Por nuestro Señor Jesucristo.

 


Hora intermedia

Tercia

Lectura breve  (2Re 4, 8a.14-16)

Pasó Eliseo un día por Sunén. Preguntó Eliseo: «¿Qué podemos hacer entonces por ella?». Respondió Guejazí: «Por desgracia no tiene hijos y su marido es ya anciano». Eliseo ordenó que la llamase. La llamó y ella se detuvo a la entrada. Eliseo le dijo: «El año próximo, por esta época, tú estarás abrazando un hijo».

V/. En vida hizo maravillas.
R/. Y después de muerto obró prodigios.

Oración como en Laudes
 

Sexta

Lectura breve (2Re 5,14)

Naamán bajó, pues, y se bañó en el Jordán siete veces, conforme a la palabra del hombre de Dios. Y su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio.

V/. Ahora reconozco que no hay otro dios que el Dios de Israel.
R/. No ofreceré holocaustos más que al Señor.
 

Nona

Lectura breve (2Re 4,32,36-37)

Eliseo entró en la casa; allí estaba el niño, muerto, acostado en su lecho. Entró, cerró la puerta con ellos dos dentro y oró al Señor. Llamó a Guejazí y le dijo: «Llama a la sunamita», y la llamó. Al entrar, él le dijo: «Toma tu hijo». Y ella se echó a sus pies postrada en tierra. Luego tomando a su hijo, salió.

V/. Este es el hombre de Dios, el padre de Israel.
R/. Carro y auriga suyo.


Vísperas

Himno

Hoy el Carmelo con sonoros himnos,
lleno de gozo, recordó tus gestas:
oye sus preces, su fervor acrece,
¡oh Eliseo!

Tú eres del Carmen príncipe y profeta,
Dios te nombró de Elías el Tesbita,
que de Yahvé celara el alto nombre,
digno heredero.

Del Dios excelso con la luz y gracia,
faro has de ser que nuestra vida alumbre,
al par de Elías, cuyo fuego vivo
quema tu pecho.

Sabio maestro, guía venturoso,
de nuestras almas el jardín cultivas,
cuidas sus flores, das normas de vida,
luz de virtudes.

Guarda en nosotros, hijos del Carmelo,
viva la llama de tu celo ardiente,
celo eliano que a las almas traiga
frutos de gracia.

Gloria a Dios Padre, creador del mundo,
gloria a Dios Hijo, redentor de todos,
gloria al Espíritu que nos santifica:
Dios Uno y Trino. Amén.

 
Salmodia

Ant 1: Entonces dijo Eliseo: «Vive el Señor de los ejércitos a quien sirvo».

 

Salmo 14

 Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino.

El que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.
 

Ant. Entonces dijo Eliseo: «Vive el Señor de los ejércitos a quien sirvo».
Ant. 2. Eliseo fue con la comunidad de los profetas a edificar un sitio donde habitar.
 

Salmo 111

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.

Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.

En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.

El recuerdo del justo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.

Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.

La ambición del malvado fracasará.
 

Ant. Eliseo fue con la comunidad de los profetas a edificar un sitio donde habitar.
Ant. 3. El rey dijo: «Cuéntame todos los milagros de Eliseo».
 

Cántico
Ap 15, 3-4

Grandes y admirables son tus obras,
Señor, Dios omnipotente;
justos y verdaderos tus caminos,
rey de los pueblos.

¿Quién no temerá
y no dará gloria a tu nombre?

Porque vendrán todas las naciones
y se postrarán ante ti,
porque tú solo eres santo
y tus justas sentencias han quedado manifiestas.
 

Ant. 3. El rey dijo: «Cuéntame todos los milagros de Eliseo».

 
Lectura breve (2Pe 1,19-21)

Así tenemos más confirmada la palabra profética y hacéis muy bien en prestarle atención como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que des­punte el día y el lucero amanezca en vuestros corazones, pero sabiendo, sobre todo, lo siguiente, que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia, pues nunca fue proferida profecía alguna por voluntad humana, sino que, movidos por el Espíritu Santo, hablaron los hombres de parte de Dios.

 
Responsorio breve

R/. Este es el que ama a sus hermanos. * El que ora mucho por su pueblo. Este es.
V/. El que entregó su vida por sus hermanos. * El que ora. Gloria al Padre. Este es.

Magnificat, ant.: Hoy Eliseo, morador del Carmelo, engrandece al Señor del universo; el Señor por su profeta derriba a los poderosos y enaltece a los humildes. Gloria a ti, Señor, que has recibido a tu siervo en el reino de la paz.
 

Preces

Aclamemos a Dios, que por las palabras de los profetas nos llena de bienes, como lámpara que brilla in un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y digamos:

Infunde el espíritu profético en los servidores de tu palabra.

Rey del universo, que por tu profeta Eliseo dirigiste a os guías de tu pueblo,
- llena de sabiduría y fortaleza a quienes gobiernan as naciones para que trabajen para que la paz y la justicia alcancen a todos.

Origen de toda hermandad, que inspiraste la vida fraterna de Eliseo con los hijos de los                  profetas,
- otorga a la familia del Carmelo sentimientos de fraternidad y de concordia para con  todos tus hijos.

Señor de justicia, que suscitaste a Eliseo para que proclamara tus derechos y los de tu pueblo,
- robustece en tu pueblo el sentido de aquella justicia que es prenda de paz verdadera.

Señor Jesús, que viniste al mundo para ayudar a los más pequeños de entre tus hermanos y quisiste ser prefigurado en este servicio por tu profeta Eliseo,
- protege todas las formas de vida, socorre a las viudas y a los huérfanos y da pan a todos los hambrientos.

Señor de vivos y muertos, que por medio de Eliseo rescataste a un niño de la muerte,
- muestra a nuestros hermanos difuntos tus entrañas de misericordia.

Padre nuestro.

 

Oración
 
Señor Dios, guardián y redentor de los hombres, que te muestras admirable en tus profetas y transmitiste el espíritu de Elías a tu profeta Eliseo, dígnate por tu bondad hacer crecer en nosotros los dones del Espíritu Santo, a fin de que, imbuidos del carisma profético, podamos ser testigos ante el mundo de tu presencia providente. Por nuestro Señor Jesucristo.
 
 

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