26 de agosto
TRANSVERBERACIÓN DEL CORAZÓN DE SANTA TERESA DE JESÚS
(MADRE NUESTRA)
OCD Religiosas: Memoria obligatoria - OCD Padres: Memoria libre
La liturgia del Carmelo Teresiano recuerda hoy la Transverberación
de la Santa Madre Teresa de Jesús. La escena, inmortalizada por
Bernini en la iglesia de Santa María de la Victoria en Roma, nos
la cuenta ella misma en el libro de su Vida: «Veía un ángel
cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal... Veíale
en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía
tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón
algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía
las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios...
Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo
a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento».
Los himnos latinos propios de la Transverberación de santa Teresa de Jesús se encuentran en el Apéndice V, pp.
Invitatorio
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
El salmo invitatorio como en el Ordinario, en el Apéndice I, p.
Oficio de lectura
Himno
¡Oh Hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir, dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis
el amor de las criaturas.
¡Oh nudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales,
no sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males!
Juntáis quien no tiene ser
con el ser que no se Acaba;
sin Acabar Acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada. Amén.
Segunda lectura
De la Llama de amor viva de san Juan de la Cruz, presbítero
y doctor de la Iglesia
(Llama B, canc. 2, 2-4. 9. 12. 8: EDE,
2008)
Me heriste el corazón
En el libro del Deuteronomio dice Moisés que nuestro Señor Dios es fuego consumidor, es a saber, fuego de amor. El cual, como sea de infinita fuerza, inestimablemente puede consumir y con gran fuerza abrasando transformar en sí lo que tocare; pero a cada uno abrasa como le halle dispuesto; a unos más, a otros menos, y también cuando él quiere y cómo y cuando quiere. Y, como él sea infinito fuego de amor, cuando él quiere tocar al alma algo apretadamente, es el ardor del alma en tan sumo grado de amor, que le parece al alma que está ardiendo sobre todos los ardores del mundo. Y, como quiera que este fuego divino tenga transformada en sí la sustancia del alma, no solamente siente cauterio, mas toda ella está hecha un cauterio de vehemente fuego.
Y es cosa admirable y digna de contar que, con ser este fuego de Dios tan vehemente consumidor, que con mayor facilidad consumirá mil mundos que el fuego una raspa de lino, no consuma y Ajabe los espíritus en que arde; sino que a la medida de su fuerza y ardor los deleite y endiose, ardiendo en ellos suavemente por la pureza de sus espíritus. Porque en estas comunicaciones, como su fin es engrandecer al alma, no la aprieta, sino ensánchala; no la fatiga, sino deléitala y clarifícala y enriquécela.
Y así, la dichosa alma que por grande ventura a este cauterio llega todo lo sabe, todo lo gusta, todo lo que quiere hace y se prospera y ninguno prevalece delante de ella, ni le toca, porque esta es de quien dice el Apóstol: El espiritual todo lo juzga, y él de ninguno es juzgado. [Y en otro lugar]: El Espíritu todo lo rastrea, hasta los profundos de Dios.
Acaecerá que el alma sienta embestir en ella un serafín con un dardo herbolado de amor encendidísimo, traspasando esta ascua encendida del alma, o, por mejor decir, aquella llama, y cauterízala subidamente. Y entonces siente el alma en la sustancia del espíritu, como en el corazón del alma traspasado.
Pocas almas llegan a esto; mas algunas han llegado, mayormente las de aquellos cuya virtud y espíritu se había de difundir en la sucesión de sus hijos, dando Dios la virtud y valor a la cabeza, según había de ser la sucesión de la casa, en las primicias del espíritu.
¡Oh dichosa llaga, hecha por quien no sabe sino sanar! ¡Oh
venturosa y mucho dichosa llaga, pues no fuiste hecha sino para regalo
y deleite del alma! Grande es la llaga, porque grande es el que la hizo;
y grande es su regalo, pues el fuego de amor es infinito, y se mide según
su capacidad. ¡Oh, pues, regalada llaga!, y tanto más
subidamente regalada cuanto más en el centro íntimo de la
sustancia tocó el cauterio de amor, abrasando todo lo que se pudo
abrasar para regalar todo lo que se pudo regalar.
Responsorio (Dt 6, 4b-5; 4, 24)
R/. El Señor es nuestro Dios, el
Señor es uno solo * Amarás,
pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma y con todas tus fuerzas.
V/. El Señor,
tu Dios, es fuego devorador. * Amarás,
pues, al Señor.
Laudes
Himno
Yo toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó rendida
en los brazos del amor,
mi alma quedó caída.
Y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado,
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.
Tiróme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador.
Yo ya no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí,
y yo soy para mi Amado. Amén.
Lectura breve (2Cor 4, 5-7)
No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor,
y a nosotros como siervos vuestros por Jesús. Pues el Dios que dijo:
Brille la luz del seno de la tiniebla ha brillado en nuestros corazones,
para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en
el rostro de Cristo. Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, para
que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de
nosotros.
Responsorio breve
R/. Oigo en mi corazón: *
Buscad mi rostro. Oigo.
V/. Tu rostro buscaré,
Señor. * Buscad mi rostro. Gloria
al Padre. Oigo.
Benedictus, ant. Había en mi corazón
como un fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo intentaba ahogarlo,
no podía.
Preces
Aclamemos con júbilo a Cristo, Señor de la gloria y corona de todos los santos, que nos concede hoy celebrar la memoria de santa Teresa, nuestra Madre, y digámosle:
Te alabamos, Señor.
Señor, fuente de vida y de santidad, que has mostrado en tus
santos las maravillas de tu amor,
- queremos cantar hoy tus misericordias con nuestra Madre Teresa de
Jesús.
Tú, que anhelas abrasar el mundo entero con el fuego de tu caridad,
- haz que seamos, ante los hombres, servidores y testigos de tu amor,
a imitación de santa Teresa.
Tú, que, como amigo fiel, revelas a tus elegidos los misterios
de tu inmensa caridad,
- únenos a ti con los lazos de tu amistad divina, para que experimentemos
tu amor y lo anunciemos a nuestros hermanos.
Tú, que te manifiestas a los limpios de corazón,
- purifica nuestros ojos, para que te descubramos en todas las criaturas
y en todos los acontecimientos.
Tú, que resistes a los soberbios y amas a los humildes,
- haz que andemos en verdad y vivamos al servicio de la Iglesia.
Padre nuestro.
Oración
Señor Dios nuestro, que abrasaste de un modo maravilloso el corazón
de santa Teresa (nuestra Madre) con el fuego de tu Santo Espíritu,
para fortalecerla en las empresas que por tu nombre había de realizar
en la Iglesia; concédenos, por su intercesión, experimentar
la fuerza de tu amor y trabajar con generosidad por la venida de tu reino.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Himno
Hiere más, Esposo amado,
hiere más, hiere más,
que así la vida me das.
En tan amoroso herir,
solo tú has podido hallar
un morir que es alentar
y un matar que no es morir.
Expirar para vivir
fraguando en tu herida estás;
sabroso haces el sentir;
hiere más, hiere más,
que así la vida me das.
Con ese dardo encendido
logró tu amor sus hazañas,
bien lo sienten mis entrañas
hasta donde me has herido.
Ya está el corazón partido,
mas siempre uno lo hallarás;
y pues triunfas del vencido,
hiere más, hiere más,
que así la vida me das.
El alma tengo abrasada
con el fuego de la herida;
si de aquél más encendida,
de esta más enamorada;
la llaga es tan regalada,
que espero si otra me harás;
mi Amado, venga otra espada;
hiere más, hiere más,
que así la vida me das.
Lectura breve (Jds 20-21. 24-25)
Vosotros, queridos míos, basándoos en vuestra santísima
fe y orando movidos por el Espíritu Santo, manteneos en el amor
de Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo
para la vida eterna. Al que puede preservaros de tropiezos y presentaros
intachables y exultantes ante su gloria, al Dios único, nuestro
Salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, sea la gloria
y majestad, el poder y la soberanía desde siempre, ahora y por todos
los siglos. Amén.
Responsorio breve
R/. Vosotros sois *
Templo de Dios vivo. Vosotros sois.
V/. Y el Espíritu
de Dios habita en vosotros. * Templo
de Dios vivo. Gloria al Padre. Vosotros sois.
Magníficat, ant. Se alegra mi corazón
en tu Salvador; cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
Preces
Glorifiquemos a Cristo que amó a su Iglesia y se entregó por ella para consagrarla. Pidámosle que su Esposa sea siempre santa e inmaculada, y digámosle confiadamente:
Señor, protege a tu Iglesia
Tú, que eres la cabeza de la Iglesia,
- haz que tus fieles, unidos a ti por la fe y el amor, se sientan miembros
vivos de tu cuerpo.
Tú, que has establecido la Iglesia sobre el ministerio de Pedro
y de los apóstoles,
- bendice, por intercesión de santa Teresa, nuestra Madre, al
papa N. y a todos los obispos de la Iglesia
universal.
Tú, que has elegido con inmenso amor a los sacerdotes, para que
sean luz de tu Iglesia y alimenten a tu pueblo con los sacramentos,
-haz que tus ministros sagrados resplandezcan, conforme a los deseos
de Teresa, por su santidad y sabiduría.
Tú, que has suscitado en la Iglesia la familia del Carmelo Teresiano
para perpetuar el carisma de su fundadora,
- concede a todos los carmelitas la gracia de ser herederos del espíritu
de oración y del celo apostólico de su Madre.
Tú, que deseas que todos los que creen en ti lleguen a la unidad
perfecta,
- infunde en los cristianos el espíritu ecuménico, para
que sean uno, como tú lo pediste al Padre.
Tú, que has muerto por nuestros pecados y has resucitado para
nuestra justificación,
- otorga a nuestros hermanos difuntos, que esperan la revelación
de tu gloria, el gozo de la Pascua eterna en la comunión de los
santos.
Padre nuestro.
Señor Dios nuestro, que abrasaste de un modo maravilloso el corazón
de santa Teresa (nuestra Madre) con el fuego de tu Santo Espíritu,
para fortalecerla en las empresas que por tu nombre había de realizar
en la Iglesia; concédenos, por su intercesión, experimentar
la fuerza de tu amor y trabajar con generosidad por la venida de tu reino.
Por nuestro Señor Jesucristo.